Una de las pocas herramientas que tenemos para intentar predecir cómo será el futuro es analizar el pasado. Saber qué ocurrió hace miles de años nos da pistas para descifrar hacia adónde se encamina el devenir del planeta. Si existe o no voluntad política para asumirlo es un tema distinto. En este sentido, el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1954) ha apuntado al clima en más de una ocasión como uno de los mejores ejemplos para entender la importancia de mirar hacia atrás. Analizando la evolución del clima se puede llegar a entender qué es lo que produce el cambio climático.
Arsuaga, quien también apunta que estudiamos el pasado porque es la única forma que tenemos de saber quiénes somos, estará el próximo 24 de noviembre junto a Cèline Cousteau (Los Angeles, California, EEUU, 1972), activista medioambiental y nieta del legendario biólogo y oceanógrafo Jacques-Yves Cousteau, en el encuentro 'El futuro del planeta, en busca de una humanidad adulta', que se enmarca dentro del evento Metafuturo.
Pero, ¿qué le depara al planeta? La mayor parte de los científicos coinciden en que su futuro no es precisamente optimista.
Lo que revelan los datos
- La temperatura del planeta ya está entre un 1,1 y 1,2ºC por encima de los niveles preindustriales y las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando.
- Los fenómenos atmosféricos extremos no dejan de sucederse en todo el mundo.
- La producción de dióxido de carbono se desplomó durante los cierres por el Covid, pero las emisiones repuntaron al recuperarse las economías.
- Para no sobrepasar el 1,5ºC, las emisiones mundiales deben reducirse en un 7% anual durante esta década. Sin embargo, siguen aumentando.
- Las mediciones indican que en la atmósfera se concentran más de 415 ppm de CO2, según Greenpeace. La última vez que esto ocurrió fue hace cinco millones de años (en el Plioceno) cuando la temperatura del planeta era entre dos y tres grados mayor, el nivel del mar era hasta 25 metros superior al actual y los casquetes polares estaban ausentes la mayor parte del año.
- Si nos centramos solo en Europa, las temperaturas han aumentado más del doble de la media mundial en los últimos 30 años. Esto supone la mayor subida experimentada en cualquier continente del mundo. Según un nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), a medida que continúe la tendencia al calentamiento, el calor excepcional, los incendios forestales, las inundaciones y otros impactos del cambio climático seguirán afectando a la sociedad, las economías y los ecosistemas.
- Como consecuencia directa del calentamiento global, entre 1997 y 2021 los glaciares alpinos han perdido 30 metros de espesor de hielo. La capa de hielo de Groenlandia se está derritiendo y ello contribuye a acelerar el aumento del nivel del mar. Por otro lado, en el verano de 2021, Groenlandia experimentó un evento de deshielo y la primera precipitación registrada en su punto más alto.
- El número de muertes y enfermedades relacionadas con fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor, sigue aumentando, así como la cantidad de enfermedades transmitidas por los alimentos, los animales o el agua. Además, existen más problemas de salud mental.
- Las alteraciones inducidas por el cambio climático provocan un aumento de los trastornos alérgicos. Más del 24% de los adultos que viven en la región europea padecen alergias y otras enfermedades respiratorias, incluida el asma grave, mientras que la proporción de presencia de estas enfermedades entre niños es mayor, entre el 30 y el 40%, y va en aumento.
- El consenso científico acerca de lo que el planeta necesita es rotundo: no puede sobrepasar los 1,5ºC o la vida tal como la conocemos colapsará. Para ello hay que reducir entre el 40 y el 50% las emisiones para 2030.
Contaminación atmosférica
En 2019, alrededor de medio millón de muertes prematuras en la región europea de la OMS fueron causadas por la contaminación atmosférica antropogénica —la provocada por el ser humano—, concretamente por partículas finas, de las cuales una parte importante estaba directamente relacionada con la quema de combustibles fósiles. Se calcula que podrían evitarse unas 138.000 muertes prematuras al año mediante la reducción de las emisiones de carbono.
Mientras que las emisiones de gases de efecto invernadero se suelen calificar como antropogénicas, no todos los seres humanos ni todas las regiones contaminan por igual: no es nada nuevo que los países e individuos más ricos sean considerados los responsables de la mayor parte de las emisiones actualmente. Desde 1990, el 50% más pobre de la población mundial fue responsable únicamente del 16% del aumento de las emisiones, mientras que el 1% más rico fue responsable del 23% del aumento total de las emisiones.
El análisis de los datos realizado por el economista Lucas Chancel, del Laboratorio de Desigualdad Mundial de la Escuela de Economía de París, publicado en Nature Sustainability, reveló que la mayor parte de las emisiones de ese 1% más rico procedía de sus inversiones, más que de su consumo directo.
Transporte e infraestructuras
Por otro lado, las infraestructuras y las operaciones de transporte corren el riesgo de verse afectadas tanto por el cambio climático como por los fenómenos extremos asociados al mismo. Hay que tener en cuenta que las infraestructuras actuales se han venido construyendo en base a determinadas mediciones dentro de los umbrales de temperatura en los que cada región se encuentra en la actualidad, por lo que podrían no ser resistentes en caso de que se superaran esos umbrales, por encima o por debajo.
Según datos de la ONU, en los últimos años se han multiplicado por cinco las catástrofes registradas por el cambio climático inducido por el hombre y el incremento de las condiciones meteorológicas extremas, una tendencia que se prevé que continúe. El aumento constante de las emisiones de gases de efecto invernadero potencia fenómenos meteorológicos extremos en todo el planeta, que cuestan vidas, cientos de miles de millones de euros en pérdidas y daños, y desplazan a tres veces más personas que lo que lo hacen las guerras. La mitad de la humanidad está ya en la zona de peligro. Eso y un escenario aún peor es lo que depara el futuro, a menos que se tomen acciones para cambiarlo.
En palabras del secretario general de la ONU, António Guterres, "La humanidad tiene que cooperar o perecer" . También los líderes políticos buscan estos días salvar el futuro del planeta en la Cumbre del Clima COP27, en Sharm el Sheij, aunque las esperanzas cada vez son menos. El problema del calentamiento global y la emisión de gases de efecto invernadero no deja de agravarse y, tras 27 ediciones, los resultados no parecen llegar. Los Acuerdos de París no son realistas, según los expertos, y el Objetivo 2050 (en busca de la descarbonización total y la neutralidad climática) está cada vez más lejos.
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"Nuestro planeta se está acercando rápidamente a puntos de inflexión que harán que el caos climático sea irreversible. Estamos en una autopista hacia el infierno climático con el pie en el acelerador", afirmó Guterres durante la Cumbre del Clima de Egipto.