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Esta carrera en Lituania se disputa en uno de los circuitos más peculiares; un trazado sobre una intersección de autopistas

Los 1000 km de Palanga: Porque a veces, la autopista sí es un circuito

El automovilismo siempre encuentra la manera de existir, incluso si es con un circuito en el lugar menos esperado

-Circuito Palanga

Circuito PalangaPalanga

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Este fin de semana tiene lugar en Lituania una de las carreras más peculiares del mundo. Todos nos hemos imaginado alguna vez cómo sería una carrera real por esas carreteras por las que circulamos cada día. Ese paso de montaña, esas calles, esa autovía… o la maldita autopista con retenciones cada dos por tres. Por lo general, hay que tener en cuenta que las carreteras no son lugares para competir. Pero a veces sucede que la autopista sí es un circuito. Es el caso del circuito de Palanga, un circuito "urbano" situado cerca del centro turístico más ajetreado de Lituania. Cada año desde el 2000, el mes de julio ve la disputa de los 1000 kilómetros de Palanga, una carrera absolutamente delirante en concepto aunque planteada de forma mucho más profesional de lo que puede parecer en primera instancia.

Sin duda, lo más importante es el trazado, claro. El Circuito de Palanga está diseñado sobre la intersección entre las autopistas lituanas A11 y A13 (debajo de esta intersección está el paddock y el carril de boxes), mide 2.681 metros y contiene algunas chicanes para moderar la velocidad en los puntos más críticos, básicamente antes de los dos ángulos del trazado. Por lo demás, sorprende de forma espectacular ver a los coches acelerar por la autopista, cambiar el sentido de la marcha con unas curvas que serían totalmente ilegales en carretera abierta y para terminar una última curva que convierte el concepto de cruzar una intersección e incorporarse de una autopista a otra en la última y decisiva curva de un circuito de carreras. Algo único en el mundo.

Plano aéreo del circuito de Palanga
Plano aéreo del circuito de Palanga | Palanga

En cuanto a la historia de la prueba, se remonta al año 2000 con la primera edición de una carrera en la que participaron 18 equipos. El número fue incrementando poco a poco hasta llegar a los 41 en 2006, año en el que la FIA incluyó la carrera en la lista de eventos asociados a la federación y dirigidos por la misma. Lo curioso del caso es que los 1000 kilómetros de Palanga se han convertido en una cita ineludible del automovilismo báltico, hecho que forzó a la organización a incluir un límite de inscritos que es de 60 coches en las sesiones clasificatorias y 50 en carrera. En alguna ocasión llegó a haber hasta 75 equipos interesados... A lo largo de los años, varios patrocinadores han dado nombre a la carrera, variando también la distancia de la misma ;1003 kilómetros en honor al canal de televisión local TV3 y 1006 desde que 2017, cuando Eneos entró como patrocinador principal. Actualmente son Aurum y Hankook, quien asocian su nombre a esta carrera tan particular.

Este circuito que tiene como parte de su escenario una gasolinera, varias vías de servicio y algunas isletas ha llegado a ver a pilotos como los Bleekemolen participar allí en alguna ocasión (Sebastiaan ganó en 2016) y hasta Peter Dumbreck ganó en un Spyker C8 Spyder GT2R en 2008. Aunque en la mayoría de casos, los pilotos suelen ser locales, no falta el talento extranjero. Y hablando de pilotos y equipos de fuera, el récord del trazado tiene algo de sabor español. El Radical SR8 del equipo español Speed Factory Racing es el coche que más rápido ha rodado nunca en este circuito, con un tiempo de 1:07.046 (a una media de 144 km/h) marcado por Konstantin Calko en 2014. Claro, que la historia tiene trampa... y es que esta estructura, aún siendo española, fue fundada por el piloto de rallies lituano Dalius Steponavicius. ¡Cosas de la vida!

TCR en Palanga
TCR en Palanga | Palanga

Actualmente, la normativa de esta prueba considera un total de ocho categorías distintas entre las que encontramos clases limitadas a turismos según cilindrada (1600, 2000, 3000, más de 3000 centímetros cúbicos) y una clase para coches diesel. Pero también hay clases para coches construídos específicamente para correr. Desde hace pocos años, existe una clase TCR, además de una clase GT para coches de GT3 y GT2 (con limitación de rendimiento) y una clase llamada X1 para ciertos coches que no encajan en otras categorías. Aquí entraban las barquetas tales como los Radical SR8, Aquila CR1 o el Kit Car de AGM pero los coches abiertos fueron prohibidos tras la cita de 2014 por motivos de seguridad.

“La vida se abre camino”, decía el personaje de Ian Malcolm en la primera película de Parque Jurásico. En este caso, bien podríamos decir que el automovilismo se abre camino. Incluso en lugares en los que el sentido común dice que no debería poder. ¿Qué no hay dinero para un circuito permanente? Pues como en los viejos tiempos, a usar las carreteras disponibles. Y es que si el mundo de las carreras hubiera nacido hace 20 años, el planeta estaría plagado de eventos con circuitos de este tipo, diseñados sobre autopistas más o menos utilizadas. Es evidente que las competiciones más seguidas deben ser la Fórmula 1, el Campeonato del Mundo de Rallies, el WEC, la NASCAR… pero hay un sitio especial reservado para estas carreras. Quizás son en cierta forma las más puras, las que se hacen por el placer de la competición. Aquellas en las que el público se siente cercano a los héroes del día. Y eso no puede ser malo, ¿no?

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