De dos a cuatro ruedas; Kevin Schwantz y su periplo en la NASCAR

Kevin Schwantz es conocido por su carrera deportiva en el mundo de las dos ruedas. El piloto estadounidense saltó a la fama por su estilo siempre agresivo, el dorsal número 34 en su Suzuki de 500cc y sus duelos con Wayne Rainey, compatriota y rival. Pero como tantos otros contemporáneos suyos, Schwantz saltó a las cuatro ruedas tras su retirada prematura del mundial de motociclismo. Mientras unos buscaron el camino de los monoplazas y otros siguieron la senda de los turismos, Schwantz hizo lo que le corresponde a cualquier buen tejano en el mundo de las carreras; volver a casa y labrarse una carrera en la NASCAR. Esta competición, que se celebra en los óvalos de todo Estados Unidos -además de algún circuito rutero-, es el deporte de motor más seguido en el país y es todo un fenómeno de masas desde los años 70, época en la que empezó a popularizarse. [embed]

[/embed] Pero para Schwantz, que venía de las dos ruedas, el salto a la NASCAR no podía ser fácil. Por ello, compitió en la NASCAR australiana para familiarizarse con el entorno de este tipo de competiciones antes de volver a los Estados Unidos. Allí, tras un evento en el ARCA Racing Series, saltó a la segunda categoría del mundo NASCAR. Así, a finales de 1997 el ex-campeón del mundo de motociclismo realizó su debut en la NASCAR Busch Series. Tras un debut aceptable en Charlotte con una novena posición en la parrilla de salida y una carrera algo más complicada que apenas le vio entrar en el top 30, Schwantz compitió en tres carreras más, las últimas del año. En Homestead, cita final de la temporada, llegó a liderar 39 giros sobre un total de 200 y terminó en una respetable octava posición. El progreso era aceptable y las cosas iban bien así que para 1998, Schwantz pasó a ser el propietario de su propio equipo.

El programa de la segunda temporada de Schwantz en la Busch Series fue algo más extenso y aunque no se clasificó en cinco carreras, llegó a disputar doce. La mejor del año fue la primera, en Daytona, donde terminó en octava posición, repitiendo el resultado de Homestead el año anterior. También en Watkins Glen, uno de los circuitos ruteros, dio muestras de velocidad con un séptimo puesto en los entrenamientos clasificatorios aunque la carrera fue bastante peor. Por lo demás, la segunda temporada -tampoco completa- en el mundillo de la NASCAR fue poco impresionante por parte de Schwantz, que al terminarse el año se encontraba con muchos gastos y pocas ganancias en su libreta. Un panorama así era poco halagüeño y para 1999, apenas participó en dos carreras para otros patrones y tras no clasificarse para una de las carreras en Charlotte, llegó el momento de decir basta. Con 18 carreras y dos en el top ten, pasó página.

Tras la aventura americana de Kevin Schwantz, el ex-piloto por partida doble dejó de lado las carreras aunque como suele decirse, un piloto no es capaz de dejar de competir durante demasiado tiempo y a principios de la temporada 2000 volvió de su retiro para probar algo nuevo en un lugar ya conocido. Su paso por Australia dejó amigos y conocidos que no dudaron en ofrecerle la posibilidad de competir en una cita de los V8 Supercars. Y ni corto ni perezoso, Schwantz volvió a las carreras de cuatro ruedas aunque desafortunadamente, el resultado no fue el esperado. Con eso, las actividades del siempre popular piloto a bordo de un vehículo de competición llegaron a su fin... hasta que hace tan solo unos años decidió volver a enfundarse el mono de cuero y competir en las 8 horas de Suzuka, una de las pruebas más importantes de resistencia sobre dos ruedas. Un piloto incombustible, sin lugar a dudas.