Centímetros Cúbicos
El "chant du cygne" de los Kit Car
El "chant du cygne" de los Kit Car
Publicidad
El hecho de considerar que una determinada competición marcó el devenir de la historia de una disciplina es algo de lo que se suele abusar para enfatizar en la importancia de aquello de lo que se habla. Pero ocasionalmente hay casos que de forma extraordinaria consiguen cambiar el curso de los acontecimientos. Eso fue lo que ocurrió con el Tour de Corse de 1999, donde la victoria de Philippe Bugalski forzó a la FIA a cambiar su ideario de normativas con respecto a los coches con dos ruedas motrices. En realidad, aunque es el rally francés el que causa el cambio de tercio, todo había comenzado tres semanas antes en el Rally Catalunya Costa Brava, donde el propio Bugalski se impuso a bordo de su Citroën Xsara, llevando a un Kit Car a la victoria por primera vez en la historia del campeonato. También era el primer triunfo de un coche con tracción a dos ruedas desde que Alain Oreille ganara el Rally Costa de Marfil de 1989 con un Renault 5 GT Turbo. Diez años después, los tracción a dos ruedas habían vuelto. Cuando el mundial llegó a Córcega para la sexta prueba de la temporada, Tommi Mäkinen iba ya en camino al que acabaría siendo su cuarto y último título a bordo del Mitsubishi Lancer Evo VI, ya como líder del certamen gracias a sus victorias en Monte-Carlo y Suecia y al tercer puesto en España. A pesar de todo, la amenaza de los Subaru Impreza era real y tanto Richard Burns como en menor medida Juha Kankkunen podían aún molestar al campeón en título y gran favorito. Sin embargo, la victoria de Bugalski en la cita anterior lo había cambiado todo. El miedo a los Kit Car se había vuelto una realidad y todos eran conscientes de la posibilidad de que la situación se repitiera en un rally aún más técnico como el de Córcega. Colin McRae y Carlos Sainz fueron los primeros en lanzar su ataque nada más empezar el rally aunque tras el segundo tramo cronometrado se erigió como líder un sorprendente François Delecour a bordo del nuevo Peugeot 206 WRC. Uno de los atractivos del Tour de Corse de 1999 era poder presenciar el debut de un coche que acabó convirtiéndose en histórico: el Peugeot 206 WRC. En ese primer año no se lograron grandes resultados pero el coche fue un gran laboratorio de pruebas para preparar una triunfal temporada 2000 que pilló a todo el mundo por sorpresa. Problemas mecánicos para Gilles Panizzi y eléctricos para François Delecour dejaron a los franceses fuera de la prueba cuando ocupaban la quinta y sexta posición respectivamente. En cuanto a la progresión del rally, Citroën se puso en cabeza ya en el tercer tramo con Bugalski, mientras por detrás Jesús Puras fue remontando hasta lograr alcanzar el segundo puesto en el octavo tramo, al inicio del segundo día. Este terminó con Carlos Sainz en tercera posición a bordo de un Toyota Corolla que le había dado un sinfín de problemas en los primeros eventos de la temporada. Tras él, Colin McRae se mantenía aún dentro de una distancia prudencial. El tercer y último día no tuvo cambios en las primeras posiciones en la general y Bugalski supo mantenerse en cabeza del rally hasta terminar la prueba por delante de Puras y Sainz. Este resultado marcó un hito histórico para el automovilismo español, con la única vez que dos pilotos de nuestro país lograron compartir un podio mundialista. Algo más atrás, Luís Climent finalizó duodécimo con un Subaru Impreza WRC de la temporada anterior. Cuando el Campeonato del Mundo de Rallies comenzara la temporada del año 2000, lo haría con un nuevo set de normativas que impediría la cada vez más salvaje evolución de los Kit Car, que desaparecieron prácticamente por completo del WRC. El razonamiento era que se trataba de máquinas especializadas -y ganadoras- cuyos fabricantes no estaban dentro del Campeonato del Mundo ni en la categoría reservada a coches de hasta 2.000 centímetros cúbicos. Desde 1997 había existido la previsión de que los Kit Car acabaran venciendo a los coches del WRC gracias a su menor peso y mayor agilidad que compensaban las dos ruedas motrices en condiciones de buen agarre -siempre en asfalto y especialmente en seco ya que en cuanto se mojaba la pista o se pisaba tierra, la tracción integral les superaba por completo. Las victorias de Philippe Bugalski en Catalunya y Córcega colmaron el vaso y el Mundial de Rallies cambió para siempre.
Publicidad