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La Carrera de los Dos Mundos, un sueño vivido en Monza
La Carrera de los Dos Mundos, un sueño vivido en Monza
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A lo largo de la historia del automovilismo, una duda ha asaltado a los aficionados de los monoplazas. ¿Quien ganaría en una carrera entre coches de Fórmula 1 y de la IndyCar? En realidad, esa duda se resolvió -a su manera- en el circuito de Monza en 1957 y 1958 en la llamada Carrera de los Dos Mundos. Dos años en los que la Fórmula 1 y la USAC se encontraron en un óvalo europeo... con otros invitados. Todo empezó cuando Giuseppe Bacciagaluppi, presidente del Automóvil Club de Milán, invitó a Duane Carter -dirección de competición del USAC- al Gran Premio de Italia de 1956. Ambos debatieron las similitudes -relativas- entre el nuevo óvalo de Monza y el circuito de Indianápolis y llegaron a la conclusión de que una carrera en un óvalo europeo podría atraer a los equipos de Fórmula 1 a diferencia de lo que ocurría en las 500 millas de Indianápolis. Finalmente se llegó a un acuerdo para disputar una carrera en junio de 1957 en el óvalo de 4,25 km de Monza. Antes de la carrera, en abril se realizó un test de neumáticos para poder preparar la cita adecuadamente y con Pat O'Connor al volante de un Kurtis Kraft-Chrysler, marcó una vuelta rápida casi 50km/h de media más rápida de lo que se hacía en Indianápolis. Quedaba claro que el óvalo italiano era mucho más rápido que el ya entonces histórico "Brickyard".
Las normativas para el evento se tomaron prestadas del campeonato USAC en lo que se refiere a aspectos técnicos como la capacidad del motor, además de importar las salidas lanzadas. La "Race of Two Worlds" quedó fijada en 500 millas de distancia aunque en lugar de hacerlas en una carrera, quedarían repartidas en tres mangas de 63 vueltas. El resultado final quedaría decidido por media de velocidad entre las tres mangas, que tendrían una hora entre ellas para reparar los coches y descansar. Lo más extraño era quizás ver a los coches rodar en sentido anti-horario con ambas curvas hacia la izquierda tal y como sucedía en Estados Unidos... aunque al revés de cómo solía utilizarse Monza en las competiciones europeas. El primer evento disputado en 1957 quedó encuadrado poco después de las 500 millas de Indianápolis y poco antes del Gran Premio de Francia de Fórmula 1. De esta forma, todos los equipos y pilotos que quisieran podían acudir al particular evento. La primera carrera contó con quince inscritos, incluyendo a diez coches del USAC, dos coches de Fórmula 1 -la mayoría de pilotos boicotearon el evento afirmando que las velocidades eran demasiado altas y que el peligro era elevado-... y para sorpresa general, tres Jaguar D-Type de la Écurie Ecosse, provenientes del campeonato del mundo de resistencia. Una comparativa actual sería la de ver a Fernando Alonso con su Fórmula 1, Alexander Rossi con su IndyCar y Mark Webber con su LMP1 en la misma carrera. ¡Una locura! Al final, el evento estuvo algo por debajo de las expectativas, sin coches de Fórmula 1 en la carrera final. La victoria en ese primer evento fue para Jimmy Bryan, que además firmó el récord de la carrera más rápida de la historia hasta el momento. También hubo récord para Tony Bettenhausen, marcando la vuelta más rápida en un circuito cerrado. Los coches del USAC habían dominado, aunque tal y como se esperaba los Jaguar de resistencia habían sido especialmente fiables a diferencia de sus rivales. De cara a 1958 se planteó una nueva carrera de nuevo en junio y esta vez hubo más presencia de equipos de Fórmula 1 que habían quedado prendados de las velocidades asumidas el año anterior... pero también habían puesto sus ojos en el premio económico, grande para la época. Tal y como se había hecho en 1957, los coches americanos se mandaron desde Nueva York hasta Génova y en esta ocasión, Alfa Romeo se encargó del transporte en territorio italiano. Los estadounidenses se sentían como en casa. Esta vez sí hubo presencia importante de Fórmula 1, tal y como se había previsto inicialmente. Diez coches y pilotos del USAC viajaron a Monza pero además, dos equipos americanos trajeron coches para Juan Manuel Fangio y Maurice Trintignant. Ferrari preparó dos monoplazas de Fórmula 1 con motores de resistencia con mayor capacidad para adaptarse a las normativas USAC, incluyendo además un tercer coche, el famoso años antes. También Maserati preparó un coche para la ocasión, con un motor alimentado por alcohol que además no estaba en el centro del coche, para adaptarse a las necesidades de un óvalo. La Écurie Ecosse trajo un chasis Lister con motor Jaguar D-Type especialmente preparado para la carrera. Era algo único con neumáticos Dunlop delante y Firestone detrás. Sin pintar y con un acabado cromado, ello le daba un aspecto distinto a los demás coches. Como también eran distintos los D-Type de resistencia que habían sido adaptados para rendir mejor que en 1957. El triunfo final en ese segundo año fue para Jim Rathmann, tras ganar las tres carreras disputadas. Los equipos europeos habían sufrido problemas y jamás llegaron a terminar ninguna de las carreras en la misma vuelta que Rathmann. A fin de cuentas, los óvalos eran su especialidad. Los Fórmula 1 habrían ganado en un circuito más ratonero como los del mundial de pilotos pero en los óvalos, era imposible. Desafortunadamente y a pesar del éxito entre el público y participantes, el organizador perdía dinero, no se llegó a un acuerdo para 1959 y la historia llegó a su fin de forma abrupta.Publicidad