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Los cinco coches clásicos más extraños en competir en Le Mans
Los cinco coches clásicos más extraños en competir en Le Mans
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Con más de 90 años de historia, las 24 horas de Le Mans han visto todo tipo de prototipos. Desde coches que llegaban circulando por la carretera al circuito, disputaban las 24 horas y luego se usaban para ir toda una familia de vacaciones hasta prototipos futuristas que solo su creador habría sido capaz de imaginar. Con tantos años, ha habido muchos casos de vehículos extraordinarios e inusuales pero seguramente los hay que están en un "Olimpo" de lo extraño, sobre todo en una época donde la innovación era mucho más libre que hoy en día.
"Le Monstre"
Tras la Segunda Guerra Mundial, el equipo de Briggs Cunningham era el principal elemento de carreras de Estados Unidos en las 24 horas de Le Mans. Su asociación con Cadillac hacía que los famosos coches americanos compitieran en la histórica carrera. En 1950 inscribió dos coches de la marca y mientras uno de ellos era prácticamente de calle, el otro recibió una trabajada carrocería con el objetivo de mejorar su eficiencia aerodinámica. El resultado fue tan extraño a nivel visual que los franceses le dieron el apodo "Le Monstre" -el monstruo-. No es difícil imaginar el motivo. El coche, pilotado por el propio Briggs Cunningham, finalizó en undécima posición de la general.Nardi Bisiluro
El Nardi 750LM, llamado "Bisiluro" es uno de los conceptos más curiosos en competir en las 24 horas de Le Mans. Desarrollado como un coche basado en las formas de un trimarán, el piloto iba sentado en uno de los "torpedos" mientras que el motor de tan solo 700cc iba metido en el otro. Esto le daba al coche un aspecto único además de un peso muy ligero y una aerodinámica pulida para la época. El concepto no era malo pero al ser tan ligero, el viento lo afectaba demasiado. En carrera, cuando uno de los poderosos Jaguar D-Type le dobló, el golpe de viento resultante de la diferencia de velocidad hizo volcar al Bisiluro tras solo 5 vueltas en carrera. Afortunadamente, no hubo daños para el piloto pero el proyecto quedó abandonado.Chaparral 2E
El Chaparral 2E es uno de esos coches que cambió el mundo de las carreras para siempre. Cuando se presentó en las primeras pruebas en 1966, atrajo las miradas de todo el mundo. El coche asustaba; con una aerodinámica especialmente pulida y unos radiadores que pasaban de la zona frontal a la trasera. Además, un sobredimensionado y rudimentario alerón trasero se instaló para aplicar el concepto de ala de avión invertida. El coche tuvo que abandonar en 1966. Su sucesor, el 2F, llevó el concepto del alerón más allá con una transmisión automática para que el tercer pedal pudiera usarse para mover el alerón en lo que era esencialmente un primitivo sistema de DRS.Howmet TX
El Howmet TX no fue el primer coche con motor de turbina en participar en Le Mans -ese honor es para el Rover-BRM- aunque sí el más exitoso y como punto añadido, el más bonito. Este coche estadounidense usaba motores Continental inicialmente previstos para helicópteros (¡!) que llegaban hasta las 57.000rpm y que requirieron una instalación de una wastegate sin la cual el retraso del acelerador era de unos tres segundos. El coche compitió en la categoría de 3.000cc aunque en realidad cubicaba algo más puesto que la FIA no pudo hacer las comprobaciones pertinentes al tratarse de un motor de uso militar. Los coches usaron chasis artesanales y tuvieron buenos resultados a lo largo de 1968 aunque en Le Mans no pudieron terminar. Sí ganaron una carrera en Estados Unidos, siendo el único coche con motor de turbina en hacerlo en toda la historia.Ford Torino y Dodge Charger
¡Coches de NASCAR en las 24 horas de Le Mans! ¿Cómo no se nos había ocurrido antes? En 1976, el ACO convenció a los organizadores de la NASCAR para que mandaran un par de coches -un Ford Torino y un Dodge Charger- para Francia para competir en la legendaria prueba. Tras clasificarse en posiciones retrasadas, el Dodge duró dos vueltas. Algo más duró el Ford, con 104, pero ninguno terminó la carrera. Ni tampoco repitieron la experiencia. A fin de cuentas, los coches estaban preparados para competir en los óvalos americanos y el espectacular trazado de La Sarthe es completamente distinto a estos a pesar de sus largas rectas y zonas rápidas -más aún en esa época-. Una locura irrepetible.Publicidad