Centímetros Cúbicos
Sébastien Loeb, un piloto polifacético de los de antes
Sébastien Loeb, un piloto polifacético de los de antes
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Hace unos años no era difícil ver a pilotos del Mundial de Fórmula 1 compitiendo en las 24 Horas de Le Mans, o pilotos del WRC haciendo su aparición estelar en el Dakar o en la Subida a Pikes Peak y además ganarla. Con el paso de los años y la llegada de los millonarios contratos publicitarios, este baile de pilotos entre categorías se ha hecho cada vez más inusual y en ocasiones, como el paso de Sébastien Loeb a Peugeot Sport para disputar el Dakar 2016, incluso significan la finalización de una trayectoria con Citroën que ha durado más de 15 años. Precisamente el piloto alsaciano si ha demostrado algo es su capacidad de adaptación y no tener miedo a los retos. Tras más de 15 años, en los que su vida ha sido el Mundial de Rallyes, desde su título júnior hasta su retirada definitiva en 2013, pasando por conseguir junto a Daniel Elena hasta nueve títulos de Campeón del WRC, era el momento para probar cosas nuevas. Durante estos años, Loeb ha pasado por todo tipo de categorías y en ellas ha conseguido al menos saborear el dulce néctar de la victoria, aunque para ello haya tenido que sudar y correr mucho.
Los circuitos su otra gran pasión:
Mientras cosechaba una tras otra victoria en el Mundial de Rallyes hasta llegar a las 78, tampoco Loeb renunció a afrontar otros tipos de carreras. En aquel tiempo, el por aquel momento piloto de Citroën coqueteó con las 24 Horas de Le Mans, compitiendo con el mítico nombre de Pescarolo en uno de sus LMP1 y llegando incluso a subir al podio en su segunda participación. Una de las anécdotas que dejó es que tuvo que coger un avión privado justo después de ganar el Rally de Turquía para llegar a tiempo a las sesiones clasificatorias. Afortunadamente pudo prepararse durante el vuelo y terminar de aprenderse el circuito de Le Sarthe gracias a una consola con un videojuego que llevaba en el propio avión. En esos años sus escarceos con los circuitos fueron constantes y con el permiso de Citroën y casi siempre con el apoyo de Red Bull, pudimos ver a Loeb competir en categorías de GT’s, Porsche Supercup e incluso en las copas Mit Jet que sirven como teloneras del GT Tour con sus divertidas carreras de mini-coches. El broche de oro lo ponía la prueba de dos monoplazas de la Fórmula 1 (también un GP2), el R27 de Heikki Kovalainen y el Red Bull de la temporada 2008, con el que incluso llegó a meterse con el octavo mejor tiempo en los test realizados en el Circuito de Montmeló durante ese mismo invierno, a sólo dos segundos del mejor crono.El éxito también le espera en Estados Unidos:
El RallyCross también fue otra de las ‘victimas’ del hambre de victoria y curiosidad insaciable de Sébastien. Primero fueron los Summer X-Games, la gran fiesta de los deportes extremos en Norteamérica. Allí se plantó Loeb, con un Citroën DS3 vitaminado y con rivales de enjundia enfrente como los ídolos locales, Travis Pastrana, Tanner Foust o Ken Block. No se le resistió la medalla de oro y se la trajo para Europa mientras en el vuelo cruzando el charco le daba tiempo a pensar en nuevos retos. El Campeonato de Europa de la disciplina no le trajo tanta suerte y allí no pudo luchar ni tan siquiera por entrar en la gran final. Entre lágrimas Loeb decía adiós al WRC en 2013 y a partir de ahí quedaba libre para afrontar cualquier locura que pasara por su cabeza. La primera de ellas se gestó ese mismo año. La subida de montaña más emblemática y mágica del planeta recibía al piloto más laureado del Mundial de Rallyes: Pikes Peak. Junto a él, Peugeot, en lo que significaba su primera colaboración y el principio del fin para Citroën. Sébastien se ponía al volante del espectacular 208 T15 PPIHC de una relación peso-potencia de 1 kg/CV (875 CV), neumáticos slick casi derivados de la Fórmula 1 y una botella de oxígeno para no perder el conocimiento a 4.300 metros de altitud y lo que podría ser una muerte segura. Su segundo viaje al continente americano y su segunda victoria, fulminando el anterior record de la subida y estableciéndolo en unos casi imposibles 8 minutos y 13,878 segundos.Éxitos y fracasos en el WTCC y Dakar:
Su relación con la firma de los dos chevrones continuaba y ambos afrontaban el desembarco en el Mundial de Turismos de una forma más que exitosa. El Citroën C-Elysée TC1 era imbatible, pero en esta historia de cuento había un príncipe argentino dispuesto a cambiar el guion. ‘Pechito’ López sumaba los dos títulos de pilotos en 2014 y 2015, mientras que Yvan Muller y el propio Sébastien Loeb se debían conformar con las sobras y con media docena de victorias con un concepto de coche totalmente distinto (380 CV de potencia, tracción delantera, mucha velocidad de paso por curva) y adaptando una vez más su metódico y milimétrico estilo de pilotar. El amor entre Citroën Racing y Loeb se terminaba por un ataque de celos por parte del equipo, al cual no le hacía demasiada gracia ver a su estrella, su piloto fetiche, su marca registrada competir en el Dakar con otra firma del grupo PSA. Seb pasaba rápidamente página y junto a Daniel Elena afrontaban el duro reto del rally-raid más duro del planeta. Lo hacían con una gran primera semana, tres victorias de siete posibles (seis si contamos la cancelación del primer día) con un coche nuevo y rivales de la talla de Monsieur Stéphane Peterhansel y el gran Carlos Sainz. Llegar a la etapa de descanso líder no era para muchos una sorpresa, ni tampoco lo han sido los errores de navegación, los enganchones en las dunas y el espectacular vuelco sin consecuencias que han sufrido con la llegada de las primeras etapas de desierto. A pesar de ello el sabor que ha dejado de nuevo la pareja 9 veces ganador del WRC es positivo y a buen seguro estarán en la lucha por la victoria en el Dakar 2017. En eso y en cualquier cosa que se propongan.Publicidad