Una vuelta a bordo del VW Polo R WRC de Andreas Mikkelsen

Los rallyes son pasión y velocidad, una disciplina que exige la conducción más pura: aquí sólo triunfan los mejores al volante. Los pilotos tienen que ser competitivos sobre cualquier superficie, controlar el coche kilómetro tras kilómetro sin tiempo para coger aliento. Es una misión que no pueden realizar sin ayuda. Para eso están los copilotos, imprescindibles en los raids y en los rallyes. Son el sexto sentido de quien va tras el volante, quienes anuncian dónde está el peligro o lo que viene tras la próxima curva. Ponen su vida en manos de sus compañeros con confianza ciega. Si esto impresiona en cualquier coche, se multiplica por diez en un World Rally Car. Estos vehículos son la máxima categoría en el Mundial de la especialidad, están reservados a la élite. Superan los 300 CV y tienen tracción total. El de mayor éxito en los últimos años es el Volkswagen Polo R, el coche campeón del Mundo. El placer que da conducir un World Rally Car comparado con cualquier otro coche de rallyes es que todo pasa muy deprisa. Movimientos rápidos, que ocurren directamente, es una sensación maravillosa pilotarlo. El motor es muy bueno, pero también cómo afronta terrenos realmente duros y cómo la suspensión trabaja sobre la superficie… Es impresionante, siempre tienes agarre. Nos deja claro lo que siente un piloto en uno de estos coches, pero nos preguntamos qué sensaciones tendrá su copiloto… Es increíble cómo acelera: hemos pasado de 0 a 100 en ¡menos de 4 segundos! Acercarse a las curvas a esta velocidad es una locura… y todavía es más impresionante cómo frena y cómo gira, la carrocería ni siquiera se inclina. Las suspensiones trabajan de tal forma que absorben los baches con total efectividad. En cualquier salto, el coche se recoloca de forma inmediata. Pero el cuerpo, a pesar de todo, sufre sacudidas bruscas. En este escenario, un copiloto es capaz de centrarse en leer las notas.