Evita problemas mecánicos sin ningún esfuerzo
60 segundos: la regla del minuto que te ahorra una de las averías más caras de tu coche
Unos segundos de espera, algo de paciencia es suficiente para evitar forzar uno de los elementos más caros del motor de nuestro coche, minimizando así el riesgo de averías.
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Nuestros coches están fabricados con miles y miles de piezas que, en un funcionamiento normal, permiten que nos desplacemos sin complicaciones, con comodidad y seguridad, sin que nosotros, como usuarios, tengamos que preocuparnos de prácticamente nada más allá de asegurarnos de que contamos con suficiente combustible -o nivel de carga- y de que elementos como los neumáticos se encuentren en buen estado.
Las luces, los espejos o incluso los frenos son elementos que pueden ser revisados por el usuario a simple vista. Estas partes del vehículo atañen principalmente a temas de seguridad o consumo, en el caso de los frenos y los neumáticos.
Sin embargo, entre todas esas piezas que forman nuestro coche, algunas están sometidas a grandes niveles de estrés, un estrés que puede desembocar en averías prematuras si no cuidamos de ellas como deberíamos. Pequeños gestos pueden ayudar de manera determinante a que el nivel de fiabilidad de nuestro vehículo no se resienta, de manera que la vida útil de los componentes más caros de nuestro coche, de nuestro motor, se alargue de manera sustancial.
Una pequeña espera, un gran beneficio
Es lo que sucede, por ejemplo, con el turbocompresor de nuestro coche. A día de hoy la práctica totalidad de coches nuevos equipados con un motor de combustión montan, como mínimo, un turbo, siendo además una de las piezas más caras y delicadas del sistema propulsor de nuestro coche. En los últimos tiempos ha adquirido una importancia mayor aún si cabe, debido a la estructura actual de los motores de combustión, con bajas cilindradas que, con ayuda del turbo, alcanzan las mismas potencias. En definitiva, se encarga de impulsar de nuevo los gases de escape, permitiendo así aumentar el rendimiento y la potencia del motor.
Para ello, una pequeña turbina gira a decenas de miles de revoluciones por minuto, lo que convierte al turbo en un elemento muy delicado que necesita de cierta lubricación y refrigeración para funcionar correctamente durante horas y horas. Por eso, 'la regla del minuto' puede salvarte de una de las averías más caras y complicadas de nuestro coche.
La 'regla del minuto' nos dice que esperar un minuto en total (30 segundos antes de iniciar la marcha y 30 segundos antes de detener definitivamente el motor) nos garantiza una correcta refrigeración y lubricación de nuestro motor, de nuestro turbo. Es tan simple como arrancar y, mientras el motor comienza a impulsar el aceite por todas las partes "delicadas" (incluido el turbo), abrocharnos el cinturón, ajustar los espejos, el asiento, la radio...
De la misma manera, cuando lleguemos a nuestro destino (sobre todo tras un viaje largo) podemos esperar unos segundos antes de apagar definitivamente el motor, una espera que podemos 'ocupar' recogiendo nuestro móvil, las llaves, apagando la climatización y subiendo las ventanillas. Tras esos segundos de espera, podremos apagar el motor con tranquilidad sabiendo que el turbo ha recibido la suficiente lubricación y refrigeración, garantizando así una vida útil larga y tranquila.
Cumplir una regla tan sencilla como esta puede evitarnos ciertos disgustos. Por ejemplo, si se apaga de golpe el vehículo tras un uso continuado y se hace en varias ocasiones, lo que provocaremos es es que el aceite que circula por el turbo se estanque, aumente su temperatura y se carbonice. Esta carbonilla comenzará a obstruir ciertos elementos hasta provocar una avería que, con casi toda probabilidad, no será barata de reparar. Los precios, con la mano de obra incluida, suelen ir desde los 1.000 a 5.000 euros.
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