Es importante conocerlas y tener presente qué mantenimiento necesitan ambas
Cadena y correa de distribución, ¿qué son y cuáles son sus diferencias?
Ambas piezas son fundamentales en los vehículos y, además, juegan un papel fundamental en el funcionamiento del motor.
Publicidad
Actualmente, pocos modelos del mercado incluyen la cadena de distribución, debido a que su fabricación es más costosa para las marcas. Fabricada en metal, es robusta y está presente en los automóviles mucho antes que la correa, pero su coste superior de producción ha hecho que vaya perdiendo relevancia en el tiempo. No obstante, el funcionamiento de ambas es prácticamente exacto: mover y sincronizar distintas partes del motor como el cigüeñal, árboles de levas o el movimiento de los pistones.
En el caso de la cadena, cuenta con diversas ventajas. La principal y más importante, es que apenas tiene mantenimiento. De hecho, está ideada para que no se rompa durante toda la vida útil del motor, en unas cifras que rondan los 250.000-300.000 kilómetros. Muchos fabricantes fijan en un plazo de 10 años la sustitución de la cadena, aunque no se llegue a los km mencionados, por el desgaste del tiempo.
Obviamente, como cualquier elemento del motor, puede sufrir una avería o advertir de antemano que algo no va bien. La fórmula más habitual es escuchar un ruido extraño proveniente del propulsor, o un sonido a cadena al arrancar el vehículo. Sea cual sea el aviso, es importante acudir rápidamente a un taller, y así evitar una posible partición de la misma.
Por otro lado, la correa de distribución es utilizada por casi todos los automóviles del mercado. Está fabricada con materiales más livianos como el caucho, goma o nylon. Al contar con estos componentes, tiene un desgaste más severo, pero su tiempo de vida está fijado: en torno a los 100.000 kilómetros.
Es importante realizar el cambio de la correa en el momento que indique el fabricante. Si excedemos el límite indicado, podemos incurrir en la rotura de la correa, o lo que es lo mismo, una de las averías más graves que puede sufrir el vehículo. No solo por dicha rotura, si no por todos los elementos del motor que arrastra la correa al salirse de su sitio. Si nos adelantamos y la cambiamos a su debido tiempo, la reparación ronda entre 400 y 800 euros, pero si, finalmente, se parte, estamos hablando de una reparación que oscila entre los 1.200 y 2.000 euros.
Publicidad