NACIÓ DE UNA CRISIS
Celebramos los 65 años del primer Mini, un pequeño utilitario que acabó haciéndose grande en la historia del automóvil
Los británicos buscaban tras la Segunda Guerra Mundial un coche que cupiese en una caja de 3,0 x 1,2 metros. Así nació el Mini. Te contamos la historia de este icono, colmo de los utilitarios.
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La torpeza no consiguió que Mr. Bean se cayese del sofá que tenía instalado en el techo de su Mini amarillo chillón. Lo conducía con unas primitivas “ayudas a la conducción”: una cuerda y una fregona. Con él, se atrevió a recorrer las calles de Londres e, incluso, trazar las curvas del Circuito de Goodwood.
El actor Rotwan Atkinson, bajo la piel de Mr. Bean, sabía que el Mini le ayudaría a que esa “performance” fuese un todo un éxito. Su historia arrancó en 1956. La Crisis del canal de Suez redujo el suministro de petróleo en el Reino Unido. Y las ventas de vehículos grandes cayeron y se incrementaron la de los utilitarios, en su mayoría alemanes. Esto no gustó mucho a los ingleses…
La primera ofensiva llegó de la British Motor Corporation: querían un coche que cupiese en una caja de 3,0 × 1,2 metros. La misión le fue encomendada al diseñador Sir Alec Issigonis, que se puso manos a la obra con el proyecto, que llamó ADO15. Un prototipo con motor de cuatro cilindros y 850 centímetros cúbicos. Revolucionario, porque estaba montado transversalmente, con caja de cambios de cuatro velocidades y tracción delantera.
Y así, un día de 1959, nació el Morris Mini–Minor, también conocido como Austin Seven. Un coche popular con condiciones para triunfar: su bajo centro de gravedad era ideal para tomar curvas; y su reducido tamaño que permitía estacionar fácilmente.
El coche, con sensaciones de kart que pasó a ser conocido simplemente como “Mini”, en 1962. No solo era divertido; estaba construido de forma inteligente, con soluciones para ahorrar en su producción. Tenía bisagras externas en las puertas y en el maletero, además de ventanillas corredizas. Las innovaciones le hacían ganar espacio para los pasajeros y el equipaje. En un interior, presidido por un reloj en el centro, que se iba a convertir en una seña de identidad.
El pequeño automóvil ya era todo un éxito, un éxito que se dilató a lo largo de tres generaciones y con varias carrocerías, que vamos a ver cómo se adelantaron al futuro. Con la segunda generación, por ejemplo, ya se habían vendido dos millones de Minis.
Una generación con una nueva parrilla y una luna trasera más grande que, poco después, recibió una actualización con el apellido Clubman y con versiones más espaciosas. El Countryman, también tuvo su versión sesentera, con un revestimiento de madera de época. Y para curioso el Mini Moke, un proyecto militar, sin mucho éxito, que también acabó teniendo una “atrevida” modalidad para la calle.
La deportividad era propiedad de unas versiones que también te sonarán: el “Cooper" y “Cooper S”. El apellido del mecánico John Cooper, que llevó al Mini a tocar la gloria, ayudado por su agilidad, su poco peso, el bajo centro de gravedad y las manos de sus pilotos, ganó el Rally de Monte Carlo en 1964, 1965 y 1967.
Los éxitos y sus posibilidades de personalización le habían convertido en un estilo de vida. Un recorrido que finalizó en el año 2000, fecha en la que se dejó de producir el modelo clásico. El Grupo BMW, nuevo propietario de la marca, presentó su nueva apuesta en el Salón del Automóvil de París de ese mismo año. Más largo, más ancho y más alto, con un interior con guiños a su antecesor y con la misma apuesta por la conducción “Go Kart, Go Feeling”
El nuevo Mini se había empezado a fabricar en la planta de BMW en Oxford y había despertado mucha expectación. ¿Funcionaría? En poco tiempo se tuvo que duplicar la producción de la fábrica. Actualmente, después de tres generaciones, se han vendido millones en todo el mundo. Porque, como el modelo clásico, es un coche muy camaleónico, con muchas versiones.
La electrificación, también, llegó a las entrañas del Mini en los 60, con motor delantero y autonomía de 40 kilómetros. Actualmente, sus modelos eléctricos son una muestra de cómo adaptarse a los tiempos, manteniendo la esencia y esa conducción tan particular de sus modelos de combustión. Una conducción con la que hemos gozado alguna vez:
Las sensaciones son parte de su ADN, y en estos 65 años, ha conservado la magia, pero sin perder la coherencia. Ya os enseñamos la nueva generación hace unos programas y me puse al volante del nuevo Countryman. Una novedad que mira al futuro con la intención de mantener vivo el fenómeno “Mini”.
El fenómeno “Mini” ha conseguido seducir a millones de personas durante estas seis décadas. Un coche con una sensibilidad capaz de conquistar a estrellas como los componentes de los Beatles y un descaro, para desenvolverse en persecuciones del cine clásico y moderno, en películas como “The Italian Job”.
En una encuesta internacional que buscaba al automóvil del Siglo XX, el Mini quedó segundo, solo por detrás del Ford T. Porque es un coche que se define en uno de los lemas de su diseñador, Sir Alec Issigonis: “la moda pasa, pero la lógica es atemporal”.
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