Chevrolet muestra la tortura a la que somete a sus 4x4

Con la irrupción del exitoso segmento de los todocaminos durante los últimos años, es habitual que haya perdido cierto valor la utilización de la sentencia “cuenta con buenas capacidades fuera del asfalto” en las descripciones de los modelos. Es por ello, que algunos fabricantes de 4x4 han decidido llevar al extremo a sus vehículos para demostrar su buen comportamiento fuera del asfalto, incluso aceptando retos para los que muy pocos son aptos. Un buen ejemplo de ello es Chevrolet, la cual ha elegido una de las rutas montañosas más complejas de Estados Unidos: el mítico Rubicon Trail, sobrenombre con el que precisamente Jeep, ha bautizado una de las ediciones especiales de su Wrangler. Se podría decir que es lo más parecido al 'Infirno Verde' de Nordschleife para los todoterrenos. Sus senderos repletos de rocas y caminos escarpados en la propia piedra han sido el lugar perfecto para que el fabricante norteamericano probara su nueva Colorado ZR2, demostrando que la nueva pick-up de Chevy lleva más allá sus ‘capacidades off-road’. Al contrario que en otras acciones comerciales, Chevrolet ha utilizado para este reto su 4x4 estrictamente de serie (neumáticos, suspensiones, motor, equipamiento...), todo ello con el objetivo no sólo de demostrar la eficiencia de los bloqueos de diferencial electrónicos, además del trabajo en las suspensiones y la buena respuesta tanto de sus mecánicas diésel como gasolina. También se ha buscado mostrar la fiabilidad y robustez de un conjunto que ha sido reforzado con un nuevo cubrecarter prácticamente ‘blindado’, así como unas nuevas deslizaderas laterales de rocas que previenen de daños a la carrocería cuando se trata de superar profundas trialeras. Los ingenieros de General Motors que habían participado en su desarrollo fueron los propios conductores de esta experiencia que fue completada en apenas tres días y sin tener que sustituir ninguna pieza dañada o utilizar el cabestrante para salir de los casi inevitables atascos.