ECONOMÍA
¿Cuándo dejará de subir el precio del diésel? Los expertos responden
En los surtidores de las estaciones de servicio, el diésel ya se sitúa 16 céntimos (de media) por encima de la gasolina
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Corren tiempos complejos para el bolsillo de aquellos conductores que, en su momento, apostaron por el diésel impulsados por una de sus ventajas: un precio inferior al de la gasolina. De un tiempo a esta parte vivimos la situación contraria y llenar un depósito de gasóleo es más caro: ¿cuánto durará este intercambio de papeles? Los expertos revelan sus pronósticos.
Y lo cierto es que sus previsiones no son positivas. Con las señales que está mandando el mercado, JP Morgan Chase (el banco más grande de Estados Unidos y una de las mayores empresas financieras del mundo) ha advertido que la situación actual puede prolongarse hasta finales de 2023. Y es que, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el déficit mundial de diésel podría agravarse el año que viene.
La consecuencia del escenario que han dibujado es visible desde hace seis semanas: el tiempo durante el que el diésel está siendo más caro que la gasolina. Según el último Boletín Petrolero de la Unión Europea, su precio medio por litro ha disminuido un 2% hasta los 1,867 euros. La gasolina ha caído un 2,28% (1,708 euros) situándose, así, en su nivel más bajo desde mediados de abril. Los dos combustibles están bajando, pero lo están haciendo a un ritmo diferente. Tanto es así que, en los surtidores, la brecha entre ambos es, de media, de 16 céntimos.
¿Por qué el diésel se comporta así?
El diésel está experimentando un comportamiento diferente debido a varios motivos. El primero de ellos, según explican en El País, es que la temporada alta de consumo de gasolina en Estados Unidos ha finalizado: esto provoca que las exportaciones desde Europa bajen y haya un mayor volumen de este combustible en nuestro continente. La ley de la oferta y la demanda.
La segunda razón es que, ahora mismo, Europa necesita más diésel del que puede producir: en los últimos diez años, debido a la falta de rentabilidad, han cerrado 24 refinerías y la mayoría de ellas estaban centradas en la transformación del crudo en diésel. Esto ha supuesto una pérdida del 10% en la capacidad de producción. Y las plantas que siguen activas no dan abasto.
La Guerra de Ucrania es la tercera causa. Rusia es la principal exportadora de diésel para Europa, pero la UE la ha sancionado y, a partir del próximo febrero, sus productos petroleros estarán vetados.
Y, por último, nos encontramos con el gas natural, cuya cotización se ha multiplicado por diez en los dos últimos años. Esto ha tenido una doble repercusión: por un lado, es más caro producir diésel porque este hidrocarburo petróleo es básico para transformar el crudo en gasóleo y, por otro, su encarecimiento ha llevado a que sectores como la agricultura, la ganadería, las energéticas o diferentes industrias reduzcan el uso del gas natural e incrementen el consumo del diésel.
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