CHINA, ESPAÑA Y LA INDUSTRIA DEL MOTOR
España es la prueba de que China puede ser el impulso que la industria del motor necesita en Europa
¿China es una amenaza para la industria del motor en Europa? Podría ser todo lo contrario. Y hasta ahora, la prueba de ello es lo que está sucediendo en España.
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En los últimos años, la relación entre Europa y China en el sector automovilístico se ha convertido en un tema candente. Mientras una parte está intentando frenar el avance de las marcas chinas con aranceles y normativas, otra parte, incluidos algunos focos en España, están capitalizando las oportunidades que estas inversiones aportan. ¿La razón?Las marcas chinas están inyectando dinero, tecnología y empleo en una industria que en muchos lugares estaba al borde del colapso.
Un pie en el freno y otro en el acelerador
Europa no sabe si temer o agradecer a China. Por un lado, las marcas chinas como BYD, MG o NIO han llegado pisando fuerte con coches eléctricos que combinan precios imbatibles y tecnología punta. Y eso preocupa a los fabricantes europeos, que están viendo cómo pierden cuota de mercado.
Como respuesta, la Unión Europea ha endurecido su postura. Recientemente, abrió una investigación para analizar las ayudas estatales que reciben los fabricantes chinos. La sospecha es que estas subvenciones les permiten vender coches a precios que los fabricantes europeos no pueden igualar. ¿La solución? Imponer nuevos aranceles, encareciendo los coches chinos que llegan a Europa.
Pero esa es solo una cara de la moneda. Porque, por otro lado, China también está invirtiendo de forma masiva en Europa. ¡Y cuando digo masiva, hablo de proyectos como gigafactorías y reactivación de plantas industriales que estaban cerradas! Y aquí es donde España juega un papel protagonista.
Gigafactoría en Zaragoza: el gigante chino CATL entra en escena
Uno de los proyectos más ambiciosos está en Figueruelas, Zaragoza. Stellantis, el grupo automovilístico que engloba marcas como Peugeot, Citroën y Fiat, ha unido fuerzas con CATL, el mayor fabricante de baterías del mundo. Juntos están invirtiendo más de 4.000 millones de euros para construir una gigafactoría de baterías con capacidad para producir hasta 50 GWh anuales.
¿Por qué esto es importante? Primero, porque esta planta no solo abastecerá a Stellantis, sino que también podría vender baterías a otros fabricantes europeos. Segundo, porque reduce la dependencia de Europa de las importaciones chinas, haciendo que parte de esa tecnología clave se fabrique aquí. Y tercero, porque está generando cientos de empleos en una región que necesitaba un impulso económico.
La planta también promete ser un modelo de sostenibilidad. Gracias al uso de energía solar y eólica, se espera que su huella de carbono sea mínima. Esto refuerza la idea de que no todo lo que viene de China es una amenaza; también pueden ser parte de la solución.
La resurrección de Nissan en Barcelona gracias a Ebro y Chery
Otro ejemplo claro de cómo las marcas chinas están dando oxígeno a la industria europea es la antigua fábrica de Nissan en la Zona Franca de Barcelona. Tras cerrar sus puertas en 2020, la planta estuvo a punto de convertirse en un enorme esqueleto industrial. Pero entonces llegó Ebro, la legendaria marca española de vehículos industriales, ahora revitalizada con la ayuda de Chery, uno de los gigantes automovilísticos de China.
El pasado noviembre, esta planta volvió a la vida con la producción del Ebro S700, un SUV totalmente eléctrico. Pero esto es solo el principio: en 2025 también se empezará a fabricar el Omoda 5, un modelo de Chery. En total, se esperan producir hasta 150.000 vehículos al año para 2029. Y no solo eso, sino que se han recuperado 1.250 empleos, muchos de ellos ocupados por antiguos trabajadores de Nissan.
Esta alianza también simboliza algo más grande: cómo las inversiones chinas pueden ser clave para reactivar instalaciones industriales abandonadas, devolviendo vida económica a regiones enteras.
La paradoja de China en Europa
Esto nos lleva a una gran paradoja. Mientras Europa intenta proteger su industria del avance de las marcas chinas, también depende de ellas para su supervivencia. Porque la realidad es que la transición hacia el coche eléctrico es costosa, y muchos fabricantes europeos no están consiguiendo avanzar lo suficientemente rápido. Ahí es donde China entra como un aliado inesperado.
Marcas como CATL o Chery no solo traen capital, sino también tecnología y experiencia en electrificación. Esto está ayudando a Europa a cerrar la brecha tecnológica y acelerar su transición hacia una movilidad sostenible.
España, en el centro del tablero
España está demostrando que es posible abrazar estas inversiones sin renunciar a su identidad industrial. Con una ubicación estratégica, abundante energía renovable y un gobierno dispuesto a colaborar, el país se está posicionando como un hub clave para la producción de vehículos eléctricos en Europa.
Los casos de Zaragoza y Barcelona no son aislados. Son parte de una estrategia más amplia que combina pragmatismo y visión de futuro. Y, aunque la dependencia de China sigue siendo un riesgo, también es una oportunidad que no podemos ignorar.
Europa está en una encrucijada. Puede elegir encerrarse en un proteccionismo que frene el avance de las marcas chinas. O puede apostar por la colaboración, reconociendo que China no es solo un competidor, sino también un aliado en la transición hacia el coche eléctrico.
En España, esa apuesta ya está dando frutos. Porque, en el fondo, lo importante no es de dónde viene la inversión, sino cómo se aprovecha para construir un futuro más sostenible y competitivo. Y si eso significa abrir la puerta a China, quizá no sea una mala idea.
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