HASTA 2 HORAS DE ESPERA
Largas colas en los cargadores demuestran que España aún no está preparada para la adopción masiva del coche eléctrico
La evolución de la infraestructura de recarga rápida en España no está acompasada con el ritmo de las ventas de BEV y esto ocasiona serios problemas para la movilidad eléctrica.
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Durante la operación retorno de la Semana Santa 2024 se ha viralizado en varias redes sociales una serie de vídeos en la que se pueden ver largas colas de coches eléctricos esperando a ocupar un cargador para recuperar energía en sus baterías. Como era de esperar, las críticas por parte del sector más "petrolhead" de los conductores no han tardado en llegar. Pero independientemente del sistema de propulsión por el que cada consumidor apueste, los sucesos de estos días ponen de relieve que España todavía no está preparada para la adopción masiva de la movilidad eléctrica que pretende la UE.
El aumento en la demanda de automóviles 100% eléctricos, especialmente en grandes ciudades como Madrid, no se ha visto acompañado de un incremento en la instalación de puntos de recarga de alta potencia en carretera. Este tipo de infraestructura sigue casi en pañales en nuestro país, con una evolución parsimoniosa y para nada adaptada a las exigencias políticas, tanto nacionales como comunitarias, con supuestos objetivos en materia de descarbonización. Esto ya ha propiciado esperas superiores a las 2 horas para cargar un BEV en las estaciones situadas en las principales rutas de la península.
Uno de los casos más dramáticos ha sido el de las instalaciones de Tesla en Atalaya del Cañavate, municipio de Cuenca en las inmediaciones de la autovía del Este o A-3 que une el litoral valenciano con la capital española. Allí se han llegado a concentrar hasta una treintena de vehículos eléctricos, eminentemente de la firma norteamericana de Elon Musk (aunque sus dispositivos, conocidos como Supercargadores, están abiertos hoy a otras marcas). Operativa desde 2018 y con varios conectores fuera de servicio, la estación no se ha dimensionado a la par que la ventas de BEV en el último lustro.
En España y en 2023, las matriculaciones de Tesla crecieron un 188% con base en una agresiva estrategia comercial por parte del fabricante (en 2022, ya aumentaron casi un 200%). Sólo el año pasado, se colocaron más de 13.000 unidades de la compañía en nuestro mercado. Sin embargo, ni Tesla ni otras empresas instalan cargadores en, al menos, la misma proporción, y ello ocasiona problemas a los usuarios cuando afrontan trayectos de larga distancia en momentos de gran densidad de tráfico como la Semana Santa. Viajar de Valencia a Madrid estos días ha sido un verdadero caos para algunos.
Lo peor es que esta saturación continuará siendo un problema para "los primeros" que confíen la movilidad eléctrica siempre que la infraestructura no crezca aceleradamente. Existe un inconveniente adicional y es que la red de "Supercharguer", aun siendo una de las más fiables y rápidas del planeta, suele limitar la potencia de salida cuando se usan todos los postes al mismo tiempo a fin de evitar sobrecargas. Esto se traduce en la ralentización del proceso. Por lo general, otros cargadores no son tan veloces o están peor mantenidos. Por ejemplo, en Atalaya hay unos de Iberdrola, pero son inservibles.
En 2023, se añadieron poco más de 800 puntos de recarga nuevos con 150 kW o más, mientras que el 21% del total se encuentra en mal estado o inhabilitados. Sumando los de baja potencia que existen en las urbes y/o destinos, España tenía menos de 30.000 cargadores públicos el año pasado, un dato muy alejado de los 45.000 que se pusieron como objetivo al término del ejercicio. Además, 3 de cada 4 funcionan a menos de 22 kW y sólo una pequeña proporción se ubica en carretera. Los fabricantes, que no paran de esforzarse tecnológica y comercialmente, ya no dan crédito a lo que ocurre aquí.
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