Las multas que más han crecido el año del COVID, calificadas de 'muy sospechosas'

Todos sabemos ya a estas alturas que las multas de tráfico suponen una fuente de ingresos muy importante para las arcas públicas. Sin embargo, con la llegada hace un año del severísimo confinamiento que se nos impuso, el tráfico se redujo de manera ostensible, lo que trajo, de manera paralela, una reducción importante de las multas de tráfico.

Finalmente 2020 ha cerrado con una caída en el número de sanciones impuestas cercana al 18%, aunque los datos han arrojado alguna que otra sorpresa, tal y como denuncia Automovilistas Europeos Asociados (AEA), que califica de “muy sospechosas” las subidas en el número de multas de algunos tipos en concreto.

¿De qué estamos hablando? Básicamente de dos tipos de sanciones que han aumentado su número de manera ostensible en los últimos meses. Concretamente, las denuncias formuladas por la negativa de los titulares de los vehículos a identificar a los conductores que han cometido las infracciones, una sanción que supone abonar la cantidad fijada por duplicado o, incluso, por triplicado.

Este tipo de denuncias han aumentado un 27,6% en 2020 respecto a 2019, una cifra que contrasta de manera más que notable con la disminución del 25% en el número de desplazamientos por carretera que se produjeron el pasado año a consecuencia de las severas restricciones de circulación.

Por si fuera poco, desde AEA han detectado también un aumento significativo en otro tipo de sanciones que también supone una importante fuente de ingresos para los organismo públicos. En este caso hablamos de las multas por exceso de velocidad sin identificación del conductor, es decir, aquellas impuestas tras la detección de una infracción por exceso de velocidad por parte de un radar móvil sin que ningún agente proceda inmediatamente después a la identificación in situ del infractor.

Este tipo de sanciones han crecido del orden de un 14,4% en 2020, lo que supone la imposición 515.620 denuncias de estas características. Tras estos datos, queda preguntarse: ¿están verdaderamente preocupados por nuestra seguridad, o estamos asistiendo a un aumento del afán recaudatorio por parte de las administraciones en un momento en el que las arcas públicas están bajo mínimos?