QUIZÁ TENGAS QUE REVISAR VARIOS COMPONENTES
El misterio detrás del olor a amoniaco que desprende tu coche y cómo evitarlo
Algunos procesos químicos que se producen en el interior del motor y en su sistema de escape generan este efluvio tan intenso. No es un buen indicador, pero te comentamos cómo solucionarlo o aminorarlo.
Publicidad
Entre el tráfico de algunas ciudades, es muy habitual percibir una variedad de olores provenientes de los vehículos que circulan por ellas. Entre ellos, uno que puede llamar la atención (si se está familiarizado con él) es el que huele a amoniaco. Lo desprenden los tubos de escape de algunos automóviles. Este fenómeno, aparentemente inusual (no siempre se percibe), tiene sus raíces en procesos químicos que se desarrollan en el interior del motor y de su sistema de evacuación de gases.
El amoniaco (NH₃) es un compuesto químico que contiene nitrógeno e hidrógeno. Se asocia normalmente con productos de limpieza, de modo que su presencia en los gases de escape de los coches puede parecer desconcertante. Sin embargo, hay explicaciones que arrojan luz sobre este enigma y que, indirectamente, llevan a deducir la solución que se puede aplicar por parte del usuario o propietario para evitar un efluvio ácido y, a veces, desagradable.
El principal factor que contribuye al olor a amoniaco derivado de los propulsores de combustión es el uso de catalizadores en los sistemas de control de emisiones de los vehículos. Los convertidores catalíticos están diseñados para reducir la cantidad de materias contaminantes emitidas por los vehículos e interactúan regularmente con compuestos presentes en el carburante y en los gases que resultan de este cuando se quema, generando amoniaco como subproducto.
El proceso anterior, científicamente conocido como reducción selectiva catalítica, implica la conversión de óxidos de nitrógeno (NOx) en nitrógeno y agua, pero también puede resultar en la formación de amoniaco residual. No obstante, si hablamos de un impulsor de tipo diésel, otra causa relevante es la presencia de urea en los sistemas de tratamiento de emisiones. En este caso, ese compuesto se introduce en el escape y reacciona con el óxido de nitrógeno para formar amoniaco y dióxido de carbono.
Además, la composición del combustible utilizado en los coches también puede influir en la presencia de amoniaco en sus gases de escape. Algunos aditivos o impurezas pueden favorecer la formación de NH₃ durante la ignición, lo que eventualmente se refleja en el olor que emana de la parte trasera. Si se desea poner fin o al menos bajar la intensidad de este gas, en ocasiones atribuido a mezclas imperfectas de gasolina y aire, habrá que:
•Mantener debida y periódicamente el sistema de escape del coche, especialmente su catalizador, para así garantizar su correcto funcionamiento.
•Utilizar combustibles de calidad y revisar el estado de los inyectores en caso de que nuestro propulsor lleve esta clase de componentes.
•Conducir de una manera eficiente, pero sin forzar que el motor haya de trabajar a un régimen muy bajo o “poco natural” que genere combustiones incompletas.
•Velar por la limpieza del filtro de aire (admisión) y cambiarlo por uno nuevo cuando esto sea necesario.
Publicidad