Nuevo Opel Insignia GSi: adiós al diésel

Opel vive en la actualidad un momento de profundo cambio: la integración de la marca en PSA durante 2019 ha supuesto un periodo de adaptación muy grande y extremo para la firma alemana, que se encontraba en un momento muy delicado financieramente hablando y que, gracias a los buenos oficios del grupo francés, está comenzando a remontar el vuelo.

El Opel Insignia es a día de hoy el buque insignia -valga la redundancia- de la firma del rayo: con un aspecto muy elegante, un rodar confortable y una tecnología de primer nivel, el Opel Insignia supone la punta de lanza de Opel. Ahora, apenas unas semanas después de la renovación de las versiones "convencionales", se renueva también la versión más cañera, el Opel Insignia GSi.

Estéticamente los cambios se centran en el frontal, con un nuevo paragolpes, así como en la parte posterior, con unas líneas más afiladas. En el interior apenas hay modificaciones a excepción de pequeñas piezas de revestimiento. Es bajo el capó donde se concentran la mayoría de cambios. Y es que si bien hasta ahora era posible escoger entre dos motores, uno diésel y otro gasolina, a partir de ahora el gasóleo se baja del carro, dejando como única opción mecánica disponible un nuevo motor de gasolina.

Se trata de un bloque 2.0 de cuatro cilindros con sobrealimentación mediante turbocompresor: entrega 230 CV, 30 CV menos que su antecesor, pero suficientes para obtener unas prestaciones más que destacables, con una aceleración de 0 a 100 km/h que ronda los 7 segundos. Destaca su peculiar sistema de frenos, con actuación electrohidráulica, sin conexión física entre los pedales y el equipo de frenado.

Entre el equipamiento más destacado no faltan las pinzas de cuatro pistones firmadas por Brembo, los asientos deportivo tipo "bucket" o los faros delanteros LED con tecnología matricial, uno de los equipos de iluminación más completos de su segmento.