¿BERLINA? ¿DESCAPOTABLE? ¡AMBOS!
Nunca llegó a producción, pero este concept car de Citroën podría haber sido un éxito
El Airscape no era un simple ejercicio de diseño para distraer a la prensa con fuegos artificiales. Era, ni más ni menos, que la antesala de la segunda generación del Citroën C5.

Publicidad
Era en pleno 2007 cuando Europa vivía aún la euforia económica y Citroën todavía se atrevía con ideas descabelladas (benditas sean), y se sacaron de la chistera el C5 Airscape Concept. Un descapotable de cuatro plazas, techo rígido retráctil de fibra de carbono y más pinta de producción que muchos coches que sí llegaron a los concesionarios. Lo presentaron en el Salón de Frankfurt con un propósito claro: enseñarle los dientes a los alemanes. Y no con un deportivo de 500 caballos, no. Con una berlina... cabrio. Chúpate esa, Ingolstadt.
El Airscape no era un simple ejercicio de diseño para distraer a la prensa con fuegos artificiales. Era, ni más ni menos, que la antesala de la segunda generación del Citroën C5, con la que la marca del doble chevrón pretendía cambiar de rumbo, o al menos parecerlo. Porque sí, seguían siendo franceses, pero con el anuncio aquel de “carácter alemán, espíritu francés”, nos estaban diciendo sin tapujos: vamos a por vosotros, Audi, BMW y compañía.
Más que un concept: un ensayo general con público

Lo primero que llamaba la atención del Airscape era su techo retráctil de carbono, con cristalera incluida para que no perdieras el cielo de vista ni cerrado. Este sistema, además de muy resultón, rebajaba peso y subía rigidez, lo que siempre es buena receta en un cabrio de este tamaño. Porque sí, esto no era un roadster para pasear por la costa azul, era una berlina vestida de gala, con pinta de tener más confort que una tumbona con masaje.
Y hablando de comodidades, no se quedaba atrás para nada el habitáculo. El Airscape presumía de un interioracabado en cuero y madera, con una calidad de materiales que habría hecho ruborizar al más arrogante de los bávaros. Hasta el sistema de sonido y navegación estaban pensados para que el viaje fuera casi una experiencia sensorial. En resumen: un salón rodante, pero sin complejos.
V6 diésel, microhibridación y ganas de molestar

Bajo el capó, este Citroën no era ninguna broma. Montaba el conocido 2.7 V6 HDi, fruto de la colaboración PSA-Ford, con 208 caballos y un par que podía remolcar el ego de un ingeniero alemán:440 Nm a 1.900 rpm. Todo iba gestionado por una caja automática de seis marchas y asistido por un sistema llamado Snow Motion, que no era tracción total, pero se defendía en superficies resbaladizas como si lo fuera.
Pero ojo, que también traía lo que hoy llamaríamos microhibridación: un sistemaUrban Hybrid que apagaba el motor al detenerse (Stop&Start) y recuperaba energía en frenadas para alimentar sistemas eléctricos. Todo esto en 2007, cuando la mayoría aún creíamos que un coche ecológico era simplemente uno con menos ceniceros.
Un cabrio con pinta de berlina y alma de concept

El diseño, como buen concept car, tenía ese punto de exuberancia contenida que tanto se agradece. Las llantas de 19 pulgadas eran gigantes para la época, la luna trasera cóncava homenajeaba al C6 y el conjunto general tenía una presencia que hacía girar cuellos sin necesidad de gritar “tengo un coche con clase”. Era elegante, robusto y con carácter. Vamos, fino como la Torre Eiffel.
Es una pena que el Airscape se quedara en eso, en “airscape”, en un suspiro que no llegó a producción. Pero su influencia fue clara: el Citroën C5 de segunda generaciónheredó buena parte de su diseño, aunque lógicamente perdió el techo retráctil y el atrevimiento por el camino. Lo que nos deja con un sabor agridulce: por un lado, sirvió para redefinir la línea de la berlina; por otro, nos dejó con las ganas de ver uno cabrio por las calles.
¿Qué nos queda del Airscape hoy?
El Citroën C5 Airscape Concept es una de esas rarezas que demuestran que la marca francesa, cuando quiere, puede poner a temblar al resto con estilo y sentido del humor. No era solo un coche bonito. Era un manifiesto con ruedas que, si hubiera llegado al mercado, habría sido el sueño húmedo de muchos conductores cansados de ver clones alemanes.
Hoy, el Airscape es solo una nota de color en la historia de Citroën. Pero menuda nota. Elegante, avanzada, diferente... como los buenos concept de antes, de esos que te hacían pensar: “¿Y si...?”
Publicidad