Una familia muy interesante
Ponemos a prueba a la familia N de Hyundai en el Jarama: altas dosis de picante
Hyundai nos ha citado en el Circuito del Jarama para tener una primera toma de contacto con su gama deportiva N, conformado por los i30 N, Kona N y el más esperado i20 N.
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Hyundai ha dado un golpe sobre la mesa y apunta directamente hacia las marcas europeas. ¿Sus premisas para llevar a cabo esta declaración de intenciones? Una gama de vehículos fresca, actual y mucho más rentable y una división de deportivos bajo el amparo del apellido N dispuestos a alcanzar la gloria. Para descubrir si la conseguirán hemos acudido al Circuito del Jarama para conocer en primicia a los Hyundai i30 N, Kona N e i20 N. Ponte el cinturón y acompáñanos en esta aventura entre curva y curva.
Antes de entrar en detalle decir que Hyundai tiene muy claro que sus pasos de cara al año 2035 serán 100% sostenibles, o lo que es lo mismo, una gama de vehículos totalmente eléctricos. Sin embargo, aún nos separan catorce años de dicho momento, y el presente de Hyundai es picante y divertido, pero vamos a descubrir por qué.
Hyundai i30 N: con la relación calidad-precio por bandera
En ningún momento Hyundai nos planteó un orden para probar a su gama deportiva, pero quise decantarme por el encargado de iniciar esta trifulca contra los compactos deportivos europeos, el i30 N. Después de recibir su correspondiente restyling, el compacto coreano muestra un aspecto más fresco y actual, así como una mirada más agresiva e imponente en su variante N.
En lo que a mecánica se refiere no encontramos grandes variaciones, manteniendo intacto el 2.0 T-GDI, un motor de cuatro cilindros sobrealimentado por turbo que eroga en su variante más prestacional 280 CV y 392 Nm de par, cifras que permiten firmar un 0 a 100 en 5,4 segundos y una velocidad punta de 250 km/h. Como principal novedad nos encontramos con una caja automática opcional de 8 relaciones de doble embrague que estaba presente en el evento y a la cual quise conocer más a fondo.
Salimos a pista en grupos de tres orquestados por un monitor a modo de liebre tras un breve pero interesante briefing sobre el entramado del circuito madrileño. Llegamos a la primera curva tras salir del pit lane donde me veo obligado a exigir a los frenos del i30 N que responden con total eficacia gracias, en parte, a que aún no habían sido sobrecalentados en aquel momento de la mañana.
Avanzan las curvas antes de llegar a la temida Bugatti y me encuentro con un i30 N con una extraordinaria capacidad de aceleración gracias a un motor explosivo en todo el rango de revoluciones y acompasado por una suspensión dura y firme -sobre todo en el modo N- que ayuda a ofrecer una pisada plana y eficaz, aunque se puede traducir en una falta de confort en la carretera. También elogiar el cambio de doble embrague, que es rápido y preciso y no muestra demasiado lag a la hora de empuñar nosotros los cambios de la mano del modo secuencial.
A su vez está presente el ángel de la guarda eLSD, un diferencial electrónico que actúa notablemente cuando las circunstancias se tornan feas. Con todo este conjunto sobre la mesa, plantarle cara al no tan amigable Circuito del Jarama parece más sencillo de lo que en realidad es, incluso Bugatti, zona en la que es importante no levantar el pie del gas de manera brusca ni frenar en ella.
¿Su punto débil? Una dirección en la que he echado en falta un punto más de comunicación para hacer de un conjunto bueno uno muy bueno. Aún así, el Hyundai i30 N es toda una declaración de intenciones y una dura competencia para el Volkswagen Golf R y compañía gracias a su relación calidad-precio.
Hyundai Kona N: misma filosofía pero demasiado elevada
El segundo plato del día fue, para mí, el HyundaiKona N, el que se ha convertido en el primer SUV deportivo de la firma coreana. A priori, nos encontramos con una fórmula prácticamente calcada a la empleada con el i30 N en la que interviene el mismo motor, misma potencia, mismo cambio automático, mismo carácter pero con una principal diferencia: su altura.
Estéticamente el SUV compacto de Hyundai gana y mucho, convirtiéndose, al menos bajo mi opinión, en una opción mucho más llamativa que un Volkswagen T-Roc R, por ejemplo. Los pasos de ruedas ensanchados, las defensas específicas o las imponentes salidas de escape se encargan de dejar claro que no estamos ante un Kona normal y corriente.
Bajo el capó se ha aplicado la misma receta que en el Hyundai i30 N: un motor 2.0 T-GDI de 280 CV y 392 Nm de par que, debido al peso del conjunto, el 0 a 100 aumenta hasta los 6 segundos pero manteniendo igualmente los 250 km/h como velocidad punta. El eLSD sigue presente y actúa igual de fulgurante que en su hermano.
En pista las sensaciones son parecidas a las que encontramos a los mandos del i30 N, ofreciendo un motor con ese mismo carácter explosivo y un cambio automático que actúa con eficacia. La pisada es plana gracias a ese tarado duro de la suspensión, pero su condición de SUV se deja entrever con un carácter más subvirador junto a un calentamiento más acusado de los frenos pero el incremento de peso.
A su vez, la posición elevada que ofrece el Kona N no resulta tan satisfactoria en circuito, donde tenemos una mayor sensación de flotabilidad y de no saber qué sucede realmente en la pista pese a que nos permite ver mejor a lo lejos, algo fundamental en este entorno. Tampoco termina de casar del todo bien con el conjunto la dirección, que sigue teniendo esa falta de comunicación que ya encontré en el i30 N.
Hyundai i20 N: en perfecto equilibrio
Por último pero no por ello menos importante el Hyundai i20 N. Y es que la casa coreana se ha atrevido a plantarle cara a los Ford Fiesta ST y Volkswagen Polo GTI, los pesos pesados del segmento hasta la fecha. No os voy a mentir, me entusiasma la idea de que exista otro contendiente a rey de los utilitarios deportivos, piezas que se encargan de traer de nuevo el concepto original de los GTI.
Pese a que su estética me parecía sobrecargada en imágenes, en persona me conquistó. Su alerón, su cola de escape, sus defensas y su búsqueda de mejorar la aerodinámica casan perfectamente con un comportamiento que no desentona con su diseño. Parte de “culpa” la tiene su apartado mecánico, donde cobra protagonismo un propulsor de cuatro cilindros turbo de 1.6 litros que desarrolla 204 CV y 304 Nm de par para declarar un 0 a 100 en 6,2 segundos y una punta de 230 km/h.
Dichas cifras se gestionan por medio de un cambio manual de seis relaciones con un tacto soberbio gracias a unos recorridos cortos y precisos. El 1.6 me saluda con un contundente bramido que me sorprende e inicio la marcha tras engranar el modo N y activar el revmatching para comprobar cómo de bien realiza por sí solo el punta-tacón.
Lo primero que me sorprende es la “actitud” del motor, siendo contundente y rabioso desde las 2.000 revoluciones. Mueve con contundencia al i20 N demostrándome que no hace falta más potencia y vuelvo a experimentar ese paso por curva rápido y precioso con el que ya cuentan sus hermanos mayores, aunque aquí más afinado gracias al equilibro del conjunto y a que todo resulta más fácil de dosificar.
Y es que el menor peso del i20 hace que el conjunto sea más disfrutable en un trazado sinuoso como el que presenta el Jarama. Su dirección es más comunicativa pese a que le sigue faltando un punto de precisión, pero en general me encuentro con un coche con un buen chasis y una potencia que casa a la perfección con todo el conjunto.
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