Los tiempos están cambiando y el sector automovilístico se encuentra, literalmente, infestado por SUV. Esto no debemos contemplarlo como algo malo o negativo, es simplemente la tendencia actual del mercado, y las marcas quieren contribuir a satisfacer esa demanda. Sin embargo, lo que sí sucede es que se pasan por alto otros segmentos tan sumamente interesantes como el de los familiares. A este se acogen modelos como el Subaru Outback, modelo que en su sexta generación sigue echando leña al fuego con sus capacidades off-road, rasgo que lo convierte en una alternativa muy interesante a los SUV. Nos hemos puesto a sus mandos para conocer qué virtudes ofrece y por qué puede ser una opción plausible frente a otros modelos. Cuando algo funciona, ¿por qué cambiarlo? Eso debieron de pensar en Subaru a la hora de gestar la sexta entrega del Outback, modelo que no ofrece demasiadas innovaciones a nivel estético. Y es que, a rasgos generales, nos encontramos con un coche que se mantiene fiel a sus principios con diseño que podría ser más bien catalogado como restyling que como salto generacional. El frontal hace gala de unos faros más estilizados y modernos así como de una defensa más tosca y abrupta. El lateral hace gala unas llantas de nueva cuña y la zaga muestra ese mismo lenguaje de diseño más bien conservador con unos pilotos LED sin demasiados cambios y una defensa más recalcada. En lo que sí cambia el nuevo Subaru Outback es en sus dimensiones, declarando ahora unas cuotas de de 4,87 metros de largo, 1,87 metros de ancho y 1,67 metros de alto. Además, el familiar nipón destaca por mantener una batalla exactamente igual a la de la anterior generación pero con un trascendente cambio: ahora ofrece más espacio en el habitáculo. Esta mejora de espacio se percibe en una distancia entre la fila posterior y los asientos delanteros de 10,8 milímetros. A su vez, el Outback recibe mejoras en la altura de las caderas y de los hombros en los asientos del conductor y del copiloto, con 30 y 7 milímetros respectivamente. En el interior del renovado Subaru Outback sí que encontramos más innovaciones que en el exterior. La principal novedad la apreciamos en el centro, donde ahora acapara toda la atención una pantalla táctil de 11,6 pulgadas que se predispone de manera vertical. Su funcionamiento ha mejorado considerablemente, así como la respuesta, pero adolece en integrar el sistema de la climatización, provocando que las distracciones aumenten. El cuadro de mandos se mantiene digital, algo que si bien no es negativo sí que provoca que la competencia le siga sacando cierta ventaja a la casa japonesa con instrumentaciones digitales más avanzadas y modernas. Pero donde encontramos un paso importante por parte de Subaru es en calidades interiores. Ahora, el Outback ofrece unas mejores terminaciones en las zonas al alcance de nuestras manos. Salpicadero, consola central, revestimiento de las puertas…un sinfín de apartados recurren a un plástico blando muy agradable al tacto que consigue ofrecer una atmósfera más agradable y exclusiva. Pero ¿qué pasa cuando nos ponemos a los mandos del nuevo Subaru Outback? Lo cierto es que a rasgos generales nos encontramos con una fórmula muy similar, algo que se debe, principalmente, a su corazón. Subaru sigue apostando para animar a su familiar por un bloque de 2.5 litros bóxer atmosférico y cuatro cilindros que produce 169 CV y 252 Nm de par. Según la marca, un 90% de las piezas de este motor son completamente nuevas, así como el aumento de par. Gracias a este último paso, nos encontramos con una zona baja del tacómetro más llena, proporcionando un empuje ligeramente más intenso que nos ayudará a matizar adelantamientos e incorporaciones, por ejemplo. Aún así, sigue siendo un motor que se siente más cómodo en la zona alta del cuentarevoluciones, donde entrega toda su potencia. Además, Subaru ha ajustado el cambio CVT añadiendo una marcha más, logrando así que sean 8 las relaciones ficticias que nos ofrece esta transmisión. Pese a su nueva calibración, sigue sin ser tan eficaz como nos gustaría, provocando que el motor se revolucione en exceso. Aún así, la firma nipona ha hecho especial hincapié en la insonorización del Outback, logrando un considerable aumento del confort. A esto debemos sumarle un tarado de la suspensión blando capaz de absorber con diligencia las imperfecciones del terreno, aunque provocando que los balanceos de la carrocería sean notables en curvas reviradas. La dirección contribuye con un peso adecuado, aunque adolece en comunicación y precisión. Pero todo ello pasa a un plano secundario cuando nos enfrascamos en terrenos alejados del asfalto. El Subaru Outback cuenta con un sistema de tracción total, un diferencial tipo viscoso y el X-Mode, ideado para mejorar la motricidad en situaciones de baja adherencia. Todo ello se traduce en un coche con una buena capacidad de tracción en barro o nieve, permitiéndonos salir airosos de numerosas situaciones. Sin embargo, sus ángulos padecen frente a los de un todoterreno puro y duro con el de ataque de 19,7º, el ventral de 21º y el de salida con 22,6º. De esta forma, el uso del Outback queda limitado en ciertos terrenos en los que podamos estar expuestos a rozar los bajos del coche e incluso quedarnos encallados. Sí, el Subaru Outback de sexta generación ha cambiado en algunas cosas, pero en esencia sigue siendo un coche fiel a unos mismos principios: comodidad de marcha y buena capacidad fuera del asfalto. Si además tenemos en cuenta un mejor comportamiento dinámico que muchos de los SUV de similar precio y envergadura y una altura libre al suelo que también nos permite afrontar rutas fuera de la carretera y facilitar el acceso a su interior, la fórmula se torna muy interesante. Cierto es que el 2.5 bóxer no casa tan bien con el concepto del Outback como sí lo harían otros motores, pero es de agradecer su suavidad de marcha que está en sintonía con la filosofía del coche. Además, se ha mejorado la dotación tecnológica así como los acabados, logrando un conjunto más afín a los tiempos que corren aunque siga sin contar con un cuadro de mandos digital. Sea como fuere, Subaru ha establecido en España un precio de partida para el nuevo Outback de 39.500 euros, cifra que aumenta en 2.000 euros en caso de que optemos por la instalación del GLP. A su vez, debemos tener en cuenta los niveles de acabados Treck, Field y Touring, que buscan ofrecer una preparación más apropiada para la ciudad -como en el caso del Treck- o para campo -como el Field-.