LA SOLUCIÓN CASI DEFINITIVA
Por qué las baterías de estado sólido son la solución a los incendios en coches eléctricos, y qué coches serán los primeros en tenerlas
Las baterías de estado sólido son imprescindibles si los coches eléctricos quieren seguir siendo parte del futuro. Ya hay algunas en camino.

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El incendio de Alcorcón del otro día habrá pillado a muchos por sorpresa, pero los que estamos metidos en el mundo del motor, sabemos que, cuando se las baterías de litio se descontrolan, la cosa se pone fea de narices: una celda se calienta, revienta, suelta gases que te queman los pulmones y prende a las demás en un "thermal runaway" que nos da espectáculos como el vídeo viral del coche de policía aquel que también ardió en Andalucía hace unos días. Por eso es tan importante hablar de las baterías de estado sólido, porque prometen mandar esos incendios al pasado de una patada para traernos paz mental y seguridad real. Ya hay marcas poniendo fecha para que las veamos en la carretera.
El tema con las baterías de litio es justo ese electrolito líquido que usamos ahora. Si se calienta demasiado, pues bueno adiós muy buenas. Las baterías de estado sólido cambian eso por un electrolito sólido (cristal, cerámica… lo que toque) que no arde ni aunque le arrimes un soplete. Además, son más duras: aguantan golpes como unas campeonas y no forman esas dendritas que a veces pinchan las celdas y nos la lían para mal.
Nos quitamos un peso de encima

No es que los eléctricos ardan cada dos por tres, que ya sabemos que tienen menos incendios que los de gasolina, pero cuando pasa es grave de verdad. Horas de agua, humos tóxicos, un follón que no queremos ni imaginar y una horda de "cuñados opinando". Con las de estado sólido, nos libramos de eso. No solo porque no prenden, sino porque, al ser más estables, cortan el desmadre térmico de raíz. Y encima nos dan más: Permiten aumentar la autonomía, cargan en un suspiro y pesan menos. De paso, sirven para dormir sin pensar en si se nos quema el garaje.
Tampoco nos engañemos: hacerlas a lo grande es un problema serio. El electrolito sólido tiene que encajar a la perfección con los electrodos, y eso cuesta dinero y tiempo. Por eso, aunque llevamos años oyendo hablar de ellas, aún no las tenemos en la calle. Los ingenieros están dándole vueltas sin parar a este acertijo mientras, las marcas ya se están tirando el moco con que serán las primeras en sacarlas. Es normal, porque la primera no es que se vaya a llevar el aplauso del público, es que directamente se pasará el juego del coche eléctrico.
Ya hay fabricantes aventajados

Toyota nos tiene intrigados porque llevan tiempo en esto y dicen que en 2025 (o sea, ya) sacan un híbrido con batería de estado sólido. No es eléctrico puro, pero ni falta que hace, y además nos vale para empezar porque una batería más pequeña nos suena a barata. Para 2027 o 2028, nos prometen un eléctrico con 1.200 km y carga en 10 minutos, ya veremos, pero es cierto que Toyota nunca habla por hablar. Stellantis también nos comenta que en 2026 lanzarán una gama en pruebas para tratar de fabricar coches más ligeros y seguros. BMW y Ford, que van a tope con el Solid Power, nos dicen que antes de fin de 2025 veremos los primeros prototipos, y apuntan a sus modelos premium.
Los chinos también nos dan que hablar con razón: Chery ya nos tienta con 1.500 km de autonomía en 2026, y SAIC, con el IM L6 semisólido, promete que nos lo trae a España en 2025 con más de 1.000 km. Nissan nos pide paciencia hasta 2028 (y con sus movidas de “fusión sí, fusión no”, ya veremos), y en Hyundai-Kia se van a 2030, que es bastante razonable. Así que entre 2025 y 2030, nos espera un desfile de coches con estas baterías que nos van a cambiar el chip, literalmente.
Nos toca esperar, pero merece la pena
Las baterías de estado sólido son lo que de verdad apagará el miedo a los incendios en garajes. Nada de sustos, nada de titulares que nos amarguen el día. Pero tampoco nos lo flipemos: al principio nos van a salir caras, tanto que sólo las veremos en modelos tope de gama o pruebas como el híbrido de Toyota.
Para que las tengamos todos, nos iremos fácilmente a 2030, cuando las fábricas le pillen el tranquillo y los precios bajen. Hasta entonces, seguimos con las de litio y sus riesgos. Pero cuando lleguen, nos olvidaremos del extintor y disfrutaremos del eléctrico, o por lo menos, nos dejarán aparcarlo dentro de los edificios.
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