PUEDEN SALVAR AL DIÉSEL
Mazda nada, de nuevo, a contracorriente, y esta vez lo hace con el peor enemigo de Europa
Mazda ya trabaja con el biodiésel, combustible natural que, aunque tiene aplicación de momento en la competición, podría convertirse ya no solo en la salvación del gasóleo, sino también de miles de coches condenados ahora mismo al olvido.
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Pensar hoy en día en el diésel es, para muchos, pensar en una opción que no tiene futuro. Pero por suerte para muchos, hay marcas como Mazda que nadan a contracorriente y que buscan evitar que el gasóleo esté condenado al olvido. ¿Cómo? De la mano del biodiésel, un combustible de origen natural que ya está empezando a ser utilizado en competición.
Concretamente, la firma nipona lo está empleando en el Mazda2, modelo que entra en la categoría “ST-Q” al tratarse de un coche no homologado. Pero lo importante no es tanto que este compita o no, sino comprobar la viabilidad de la salvación del diésel para más tarde aplicarlo en coches de calle.
Y aunque bien es cierto que Mazda no es la primera marca nipona en llevar a cabo esta práctica de probar alternativas a los combustibles tradicionales en circuito, el punto álgido de esta reside en que será viable en no mucho tiempo. Pero no solo para modelos actuales de la firma, sino también para otros más vetustos.
Esto se debe a que el Mazda2 utilizado para pruebas con biodiésel mantiene intacto su motor Skyactiv-D. Ello se traduce en que estamos ante un combustible natural que no obliga a que el motor se adapte a este, sino que se puede mantener de serie y funcionar sin inconveniente alguno como está mostrando el utilitario japonés.
Así, cobra sentido que modelos como el CX-60 y otros integrantes de Mazda sigan ofreciendo propulsores diésel en su abanico mecánico. Pero no solo es posible hacer funcionar a estos con biodiésel, sino también permitir que el gasóleo convencional emita menos emisiones al combinarse ambos sustentos en el tanque del vehículo.
Sea como fuere, ¿cómo es esto posible? La naturaleza del biodiésel proviene de aceites usados de cocina y de grasas de microalgas. Concretamente, estas últimas proceden de la especia Euglena, y se mezclan con otras plantas, provocando así que el biodiésel concebido por Mazda reciba el nombre de SUSTEO, y cuenta con las condiciones químicas necesarias para que la normativa japonesa lo haya catalogado como diésel.
Sin embargo, y pese a los planes de Mazda de llevarlo al mercado en 2025, esta solo tiene intenciones, de momento, de comercializarlo en Japón. No obstante, todo apunta a que más pronto que tarde el biodiésel de la firma se expandirá por el resto del mundo, prometiendo así salvar al coche diésel de la que parecía su inequívoca sentencia de muerte.
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