Al volante de la quinta generación pick up de Mitsubishi, uno de los líderes del segmento pick up
Desarrollado, según Mitsubishi como un 'Ultimate Sport Utility Truck', el L200 ha logrado con el paso de los años -y generaciones- aunar la funcionalidad de los pick ups con la comodidad interior de un turismo, por lo que han trabajado en ofrecer un buen nivel de conducción con gran capacidad interior y carga útil. Se cierra el círculo alrededor de un vehículo polivalente.
El Mitsubishi L200 es sobradamente conocido, especialmente por cualidades como la fiabilidad, durabilidad y/o sus capacidades off-road. Se le pueden definir de muchas maneras: herramienta de trabajo, transporte para útiles y materiales, complemento de actividades al aire libre, aventurero nato. Pero es justo convenir que al pick up L200 sólo le faltaba revisar su diseño para competir de tú a tú con los grandes referentes de este especialísimo y sólido mercado, cada vez más en auge pese a que los gustos europeos nunca han ido por ahí en Europa.
Por esa y otras razones, y aunque la quinta generación ha sido totalmente desarrollada desde cero, adoptando muchas soluciones avanzadas y un acabado interior más propio de un SUV que de un coche 'de campo', el nuevo pick up aún mantiene su adn de todoterreno puro: construcción de carrocería independiente con chasis de largueros, suspensión trasera de eje rígido con ballestas (y frenos de tambor), además de un esquema de transmisión que permite elegir entre propulsión trasera, tracción total y, por supuesto, reductora.
La suspensión independiente es en esta generación un valor muy positivo: pese a las dimensiones, le aporta confort, buenos recorridos, calidad de pisada bastante razonable y una extraordinaria capacidad de giro. El tarado de suspensiones, bastante duro para prevenir el trabajo con carga, pero que proporciona un tacto casi deportivo en conducción sobre asfalto.
Y es que es que no deja de sorprendernos la integración, estética y funcional, entre la caja de carga y el habitáculo, un detalle que sin duda contribuye a mejorar la aerodinámica, uno de los factores menos favorables de este tipo de vehículos, quedando en un digno Cx= 40. Al final, todo esto tiene como consecuencia una disminución de ruidos, reducción de consumo y emisiones, mejora del confort de marcha y hasta mayores prestaciones. Sobre todo, en el caso de sacar provecho de los 181 CV de la versión más potente del propulsor 2.4 MIVEC.
Para España, está mecánica solo se ofrece con la nueva caja automática-secuencial de cinco velocidades, con levas en el volante y con el lujoso acabado Kaiteki, que incluye tapicería de cuero, apertura de puertas sin llave, botón de arranque, asiento del conductor regulable eléctricamente, climatizador bizona, navegador con pantalla táctil, cámara de visión trasera... Ver más abajo. El L200, al igual que en el resto de la gama Mitsubishi (excepto el i-MiEV) se comercializa con garantía de 5 años o 100.000 kilómetros, y garantía de anticorrosión y perforación de hasta 12 años.
El cuanto a comportamiento off-road, el esquema de funcionamiento de la transmisión SuperSelect 4WD, mediante un mando giratorio junto a la palanca de cambio, permite elegir entre configuraciones 2H (propulsión trasera, en largas), 4H permanente, 4H sin diferencial central -engrane directo- y 4L, con el engrane directo activado por defecto al seleccionar la reductora.
La unidad probada, con el acabado Kaitequi, incluye:
Faros delanteros Bi-Xenón con luces diurnas LED
Tapicería de cuero
Climatizador automático bizona con filtro antipolen
Sistema de apertura de puertas sin llave y encendido del motor mediante botón "Start/Stop"
Asientos delanteros calefactables
Regulación eléctrica del asiento del conductor
Transmisión automática INVECS-II de 5 velocidades con funcionamiento Sports Mode
Levas del cambio ubicadas en el volante
Sistema de info-entretenimiento SDA
Retrovisor interior fotosensible