La marca coreana apuesta fuerte por su división deportiva.
Se espera que el i20, el Kona y el Tucson cuenten con su propia versión deportiva, pero además habrá un modelo eléctrico que también reciba el tratamiento N.
Hace relativamente poco que la marca de Seúl decidió crear su propio departamento dedicado a desarrollar las versiones más prestacionales de sus modelos, de la misma manera que M hace para BMW, AMG para Mercedes o R.S. para Renault. En 2017 vio la luz el primer trabajo de N, la versión deportiva del i30, que tenía como objetivo convertirse en un nuevo y duro rival para el Renault Mégane R.S., el Peugeot 308 GTi, el SEAT León Cupra o el Volkswagen Golf GTi, con una receta de 250 CV o una más picante de 275 CV.
Desde entonces, y tras concebir el Veloster N para algunos mercados, los ingenieros de este departamento están trabajando en extender el carácter N a más modelos de la gama Hyundai, y ya se ha podido ver cómo se llevan a cabo las pruebas de los i20 N y Kona N en el circuito de Nürburgring. Por lo tanto los coreanos preparan un nuevo cohete del segmento B que le complique las cosas al Ford Fiesta ST, al Volkswagen Polo GTi o al Toyota Yaris GRMN, al mismo tiempo que hacen lo propio en clave SUV.
Además, todo indica que también habrá un Tucson N, que llegaría para pelear con los SUV compactos de la talla del Cupra Ateca o del Volkswagen T-Roc R ofreciendo una potencia que incluso podría superar los 300 CV. Y alzando la vista a un futuro un poco más lejano, dentro de los planes de electrificación de Hyundai de cara a 2025, estaría previsto el lanzamiento de un modelo totalmente eléctrico que reciba el tratamiento N.
Todo esto es sin duda una clara muestra de lo en serio que la marca coreana se ha tomado la apuesta por su división deportiva, y no hay que olvidar, además, que prácticamente toda la gama cuenta con acabados N-Line como nivel intermedio a las auténticas versiones N, los cuales ofrecen un comportamiento dinámico mejorado y una estética más sugerente.