El peso y la aerodinámica son la clave del problema.
El peso y la aerodinámica son la clave del problema.
La industria automovilística se encuentra en plena transformación, evolucionando en materia de sostenibilidad hacia una propulsión no contaminante de los vehículos, apostando para ello casi en conjunto por la energía eléctrica. Pero la corporación Jaguar Land Rover tiene dudas sobre que esta sea la mejor opción para ella y sus enormes SUV.
El fabricante inglés explica que este tipo de coches de grandes dimensiones resultan poco eficientes aerodinámicamente y que necesitan mucha más energía para vencer la resistencia del viento, por lo que hay que dotarlos de baterías extraordinariamente grandes y pesadas, lo cual a su vez aumenta todavía más el gasto energético. Esto supone que circulando por autopista la autonomía se podría agotar en muy pocos kilómetros.
Ante este problema, desde la firma británica creen que el hidrógeno sería una solución fantástica, ya que ofrece unos tiempos de recarga muy cortos y cero emisiones directas, por lo que están buscando la manera de hacerlo viable produciéndolo mediante fuentes de energía renovables. De hecho, este mismo año anunciaron la contratación de Ralph Clague, antiguo director de investigación y desarrollo de celdas de combustible de la compañía china Great Wall. Pero quizá la solución pueda venir a través del acuerdo de colaboración que tiene firmado con BMW, que está trabajando junto a Toyota en el desarrollo de una pila de combustible competitiva a nivel económico, y a la que Jaguar Land Rover podría llegar a tener acceso.
Actualmente Land Rover emplea mecánicas híbridas enchufables en algunos de los modelos de su gama, y está empezando a incorporar un sistema de microhibridación a sus motores, pero por el momento no ha anunciado ningún plan de lanzar un modelo totalmente eléctrico. Por su parte, Jaguar sí cuenta en su catálogo con un vehículo eléctrico, el I-Pace, que precisamente presenta un excelente coeficiente aerodinámico de 0,29 Cx.