"Nadie está expuesto a estas aguas, ni bebe y, por lo tanto, la salud pública no es de suma importancia aquí", advierten los científicos en un estudio publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences'. Pero "debe tenerse en cuenta esta vía nueva e imprevista para el almacenamiento y la liberación de radionucleidos al océano en la gestión de las zonas costeras donde se encuentran las centrales nucleares".
El equipo de investigación --formado por Virginie Sanial, Ken Buesseler y Matthew Charette, de la Institución Oceanográfica Woods Hole, en Estados Unidos, y Seiya Nagao, de la Universidad de Kanazawa, en Japón-- plantean la hipótesis de que los altos niveles del radiactivo cesio-137 liberados en 2011 fueron transportados a lo largo de la costa por las corrientes oceánicas.
Días y semanas después del accidente, las olas y las mareas llevaron el cesio a estas aguas altamente contaminadas hacia la costa, donde el cesio se "pegó" a las superficies de los granos de arena. La arena enriquecida con cesio residía en las playas y en la mezcla salobre, ligeramente salada, de agua dulce y agua salada bajo las playas.
Pero en el agua salada, el cesio ya no se pega a la arena; de forma que, cuando las olas y las mareas más recientes llevaron el agua de mar salada del océano, el agua salobre debajo de las playas se volvió lo suficientemente salada para liberar el cesio de la arena, y echarla de vuelta al océano.
"Nadie esperaba que los niveles más altos de cesio en el agua del océano hoy no se encontrarían en el puerto de la central nuclear de Fukushima Dai-ichi, sino en las aguas subterráneas a muchas millas de distancia de las playas", dice Sanial.
Niveles 10 veces más altos en playas que en el puerto de la central
Los científicos estiman que la cantidad de agua contaminada que fluye al océano desde esta fuente de agua subterránea salobre debajo de las playas de arena es tan grande como la entrada de otras fuentes conocidas: liberaciones en curso y escorrentía del propio sitio de la planta nuclear y el derrame de los ríos que continúan transportando el cesio de las precipitaciones en tierra en 2011 al océano en partículas fluviales.
Las tres fuentes actuales son miles de veces más pequeñas en comparación con los días inmediatamente posteriores al desastre de 2011. El equipo tomó muestras de ocho playas dentro de 90 kilómetros de la averiada planta nuclear de Fukushima Dai-ichi entre 2013 y 2016.
Sumergieron tubos de entre 3 a 7 pies (91,44 centímetros y 2,13 metros) de largo en la arena, bombearon el agua subterránea subyacente y analizaron su contenido de cesio 137.
Los niveles de cesio en el agua subterránea eran hasta 10 veces más altos que los niveles encontrados en el agua de mar dentro del puerto de la propia planta nuclear. Además, la cantidad total de cesio retenida a más de 3 pies de profundidad en las arenas es mayor que lo que se encuentra en sedimentos en el fondo marino de las playas.
El cesio tiene una larga vida media y persiste en el medio ambiente. En sus análisis de las playas, los científicos detectaron no sólo cesio-137, que pudo haber venido de la planta de Dai-ichi o de las armas nucleares probadas en los años cincuenta y sesenta, sino también cesio-134, una forma radiactiva de cesio que sólo puede proceder del accidente de Fukushima 2011.
Los investigadores también realizaron experimentos en muestras de playas japonesas en el laboratorio para demostrar que el cesio se "pegó" a los granos de arena y luego perdió su "pegajosidad" cuando se enjuagó con agua salada."Es como si las arenas actuaran como una 'esponja' que fue contaminada en 2011 y que poco a poco se está agotando", pone como ejemplo Buesseler.
"Sólo el tiempo eliminará lentamente el cesio de las arenas, ya que se descompone naturalmente y es lavado por el agua de mar", añade Sanial. "Hay 440 reactores nucleares operativos en el mundo, con aproximadamente la mitad situados a lo largo de la costa", escriben los autores del estudio.
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Por lo tanto, esta fuente de contaminación de los océanos costeros, desconocida, en curso y persistente, "debe considerarse a la hora de monitorear las centrales nucleares y en escenarios que involucren futuros accidentes", concluyen.
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