En la madrugada del sábado 24 de octubre al domingo 25, los relojes se van a retrasar una hora, por lo que a las 03:00 volverán a ser las 02:00 horas. Una vez más, la ciudadanía se topará con uno de los cambios de horario más bruscos del año: nos despertaremos sumidos en la oscuridad de la noche y más de uno se tirará de los pelos por las vicisitudes del nuevo día a día (como averiguar la forma de cambiar el reloj del horno).
Enfrentarse al cambio de hora no es una tarea sencilla para todo el mundo. Es más, algunos grupos de edad son especialmente susceptibles a los efectos adversos que puede originar física y mentalmente este cambio. Como explica el experto en neurociencia y psicobiología Diego Redolar a laSexta.com: "Hay personas que se suelen encontrar más cansadas y que tienen un estado de ánimo más bajo, como los ancianos y los niños, que son más vulnerables".
No obstante, Redolar señala que los estudios que han abordado cuestiones como la adaptación al cambio de hora o a los viajes largos han confirmado que el cerebro humano "se adapta bastante bien" a estas circunstancias, explica al otro lado del teléfono. De hecho, existe una medida que permite cuantificar dicho tiempo de adaptación: "Se calcula que necesitamos un día de adaptación por cada hora de diferencia. Es decir, con el día que se nos da de margen en el cambio de hora (domingo) debería ser más que suficiente", explica el científico, que aun así apunta que no es una cifra exacta y que siempre estará condicionada por cada individuo.
Se calcula que necesitamos un día de adaptación por cada hora de diferencia
La importancia de la luz solar
"La latitud y el lugar en el que nos encontramos hace que nuestro país sea un caso peculiar", afirma Redolar. El experto hace referencia al debate existente en la Unión Europea sobre el cambio de hora, y destaca que la luz del sol es uno de los factores más importantes a la hora de medir cómo los cambios horarios afectan al cerebro.
María José Acebes, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, complementa esta idea en un comunicado de la universidad: “Las personas tenemos una especie de reloj biológico que viene regulado, entre otras cosas, por la luz del día, que favorece esa regularidad en los ciclos de vigilia y de sueño en nuestro cerebro”.
"El sistema nervioso utiliza una serie de señales del entorno para regular los ritmos biológicos, y una de las más importantes es la luz", apunta Redolar, que añade que "es lo que utiliza nuestro cerebro para saber cuándo es de día y cuándo es de noche, aunque no sea la única señal". Es aquí donde entran algunos de los problemas acaecidos por el cambio de hora: "Debido a los mecanismos de regulación que tenemos, la luz solar está vinculada con el estado de ánimo. Esto se sabe desde hace mucho tiempo, y uno de los principales ejemplos lo encontramos en los países nórdicos, donde por sus escasas horas de sol se ven más afectados", afirma.
En este sentido, es inevitable rehacerse la gran pregunta que los países europeos aún tienen sobre la mesa: ¿qué horario es mejor? Cada miembro de la UE tiene como plazo el año 2021 para decidir si quiere acogerse al de invierno o al de verano y, cuando los ciudadanos han sido preguntados por el tema, el sol ha sido uno de los factores más importantes.
Con respecto a esta cuestión, Redolar, que insiste en que su análisis parte de un punto de vista meramente neurocientífico —y que existen otros tantos factores sociales y económicos que intervienen en la decisión de eliminar el cambio de hora—, propone una idea que con el paso del tiempo se ha convertido casi en rompedora: dejarlo todo como está.
"Con el cambio de hora lo que hacemos es adaptar de alguna manera nuestra conducta a la luz solar. Si nosotros no retrasamos ni adelantamos esa hora, no va a haber ninguna adaptación conductual, pero seguirá habiendo cambios de luz a lo largo del año y tendrán su efecto", argumenta el experto. De este modo, según Redolar, eliminar el cambio de hora no tiene por qué suponer una mejora en el malestar que provoca en el cerebro, aunque admite que "la adaptación sería más progresiva".
La pandemia y el cambio de hora: cómo un nuevo confinamiento agravaría la adaptación
Si bien el neurocientífico se ha mostrado escéptico ante la mejora que supondría la eliminación del cambio de hora, hay un caso en el que sí podría ser crucial: ante una nueva cuarentena.
"En el contexto del confinamiento hemos visto que las señales de las que hablábamos estaban mucho más diluidas: no salíamos de casa, no teníamos rutina y eso nos afectaba", explica. Por ello, el experto haría una excepción en su planteamiento inicial: "Un cambio de hora en dicho contexto podría ser fatal. Sería muy difícil adaptarse de la manera correcta. Es cierto que de momento no hay confinamiento, pero podría repetirse, y con la importancia que tienen las relaciones sociales en nuestro país, acompañada de cambios en la luz del día, los problemas podrían acrecentarse", afirma.
Por ello, ante esta situación, el experto indica que "habría que observar con cautela los efectos del cambio de hora". Ahora bien, también insiste en que "en un estado normal, los efectos negativos son mínimos", concluye.
Un cambio de hora en dicho contexto podría ser fatal
Consejos para afrontar el cambio de hora
Las personas que más sufren el cambio de hora, según Redolar, pueden ser divididas en dos grupos: por un lado, aquellos más vulnerables por su fisiología (como los niños y los mayores) y, por otro, si atendemos al contexto de la pandemia, el bloque de individuos que está teletrabajando.
Con respecto al primer grupo, el neurocientífico recomienda, ante todo, mantener las rutinas: "Los niños, por ejemplo, suelen tener unos horarios muy marcados entre semana, pero con la llegada del finde pueden alterarlos. Por ello lo ideal es que eviten cambios bruscos cuando llega el cambio de hora y mantengan su rutina". Este consejo se extiende también a las personas mayores, aunque Redolar apunta que "este bloque es capaz de mantener su rutina mucho mejor de lo que pensamos".
En cuanto al segundo grupo, el de los teletrabajadores, el experto propone regular los biorritmos a través de la actividad física: "Todas estas personas deberían recuperar las señales perdidas. Volvemos al consejo de mantener las rutinas, y esto puede ser tan sencillo como levantarse siempre a la misma hora. También es muy importante salir a la calle, dar un pequeño paseo antes de trabajar y practicar deporte", añade.
Por otra parte, Marta Calderero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, insiste en el comunicado mencionado anteriormente en la importancia del sol a la hora de mitigar los efectos del cambio de hora: “Es vital tomar el sol un rato al día y, si se está en el interior, llevar a cabo acciones y tareas cerca de una ventana para percibir la luz natural”, explica.
Redolar vuelve al deporte y destaca que es "una de las señales que más puede ayudar a mantener activas algunas de las redes neuronales". "Además está en nuestras manos", concluye el investigador, que aun así recuerda que las personas adultas no deberían tener grandes problemas para lidiar con estos cambios.