La mayoría de fenómenos astronómicos que se dan a lo largo del año son extremadamente complejos. Por ello, en muchas ocasiones resulta complicado transmitir a los más pequeños ciertos conocimientos entendidos como básicos —aunque la realidad es que tanto a niños como a adultos se les atragantan algunos conceptos científicos—.

De este modo, si queremos explicar de manera sencilla procesos tan importantes como los cambios de estación, los solsticios o los equinoccios, hay que saber por dónde empezar. Y, en este caso, lo mejor es ir a lo básico: la trayectoria que sigue la Tierra alrededor del Sol.

Durante el año, nuestro planeta da vueltas alrededor del astro, lo que hace que se acerque y se aleje de él. Un movimiento que se acompaña con otro: la rotación que hace la Tierra sobre sí misma. Es decir, tenemos que dejar claro que nuestro planeta tiene dos giros simultáneos: alrededor del sol y sobre sí misma. Podemos explicarlo, por ejemplo, bailando: pidiéndole al niño o niña que sea la Tierra, mientras nosotros somos el Sol. Y, si es mucho mareo, siempre podemos recurrir a un sencillo dibujo.

Un dato importante es que, a diferencia de lo que se podría pensar, la Tierra no gira recta, sino que está levemente inclinada a 23,5º (lo que provoca que haya día y noche, así como que ocurran en momentos diferentes según la parte del globo en la que estemos).

Es en esa inclinación del planeta donde reside el punto clave a la hora de explicar un equinoccio o un solsticio. Cuando la Tierra tiene su eje más inclinado hacia el Sol es cuando se produce el solsticio de verano. Por el contrario, el de invierno ocurre cuando esa “cara” de la Tierra no está de frente. Es decir, como se aprecia en la imagen inferior, la parte del planeta que está sombreada está en invierno, mientras que la que recibe la luz del sol está en verano.

Si las estaciones fueran un viaje, el equinoccio sería una parada a mitad de camino. El hemisferio en el que nos encontramos no está ni cerca ni lejos del Sol. Cuando está cerca, los días duran más, el sol se pone más alto en el cielo y disfrutamos del verano. Cuando es invierno pasa lo contrario: los días se ponen grises, el sol dura menos y las noches son más largas. Sin embargo, el equinoccio es diferente: pasa en primavera y en otoño, y el día dura casi lo mismo que la noche, porque, como decimos, está justo en medio.

Durante los equinoccios la luz solar alumbra por igual tanto en el hemisferio norte como en el hemisferio sur y es la única vez en todo el año que sucede. En el siguiente vídeo del canal de Youtube ChemaTierra se explica el proceso de forma sencilla:

Los equinoccios inauguran el otoño, cuyo inicio puede darse, a lo sumo, en cuatro fechas distintas del calendario (del 21 al 24 de septiembre). El Instituto Geográfico Nacional indica que a lo largo del siglo XXI el otoño se iniciará los días 22 y 23 de septiembre (fecha oficial española). Su inicio más tempranero será el del año 2096, mientras que el más tardío procede ya al pasado: fue hace 17 años, en 2003.

Los recursos educativos de las agencias espaciales

Ante la difícil tarea de transmitir conocimiento científico de forma asumible, la NASA tiene habilitada una web divulgativa para que la astronomía tenga hueco en todas las mentes. En ella es posible encontrar vídeos, infografías e imágenes que explican muchos de los elementos que componen nuestro vasto universo, desde la propia Tierra hasta las misiones espaciales.

También publican hojas en formato PDFpara que los pequeños coloreen a la vez que aprenden. Por otra parte, muchas de las explicaciones están acompañadas de juegos, aunque es necesario tener habilitado el Flash en el ordenador. Aun así, si lo que se busca es resolver dudas puntuales, su glosario espacial también puede solventar más de un apuro.

Con esta misma intención, la Agencia Espacial Europea tiene otro sitio web. En él, se puede aprender desde el funcionamiento de los exoplanetas hasta cómo construirse una casa en la Luna. Algo que puede resultar curioso tanto a pequeños como a mayores. Porque nunca es mal momento para aprender algo más sobre ciencia.