Contaminación atmosférica, o acústica: es la ciudad conectada. Un holograma, en este caso de Barcelona, que cuenta dónde hay una emergencia, donde hay más contaminación o donde hay tráfico.
Tan simple como localizar las zonas en rojo y tan preciso como esto: es capaz de encontrar el foco exacto del ruido, medirlo y atención vecinos ruidosos, mandarlo rápidamente a las autoridades.
Seguimos, pero antes encarguemos a un robot coreano un café americano. Porque hay mucho que ver. Nos ponemos el casco inteligente. Se maneja con la vista, tiene realidad aumentada y permite encender o apagar las máquinas o cambiar el ritmo de producción de una fabrica.
Seguimos introduciendo Internet en las cosas. La moto inteligente. En este caso a la Ducati de Jorge Lorenzo. Permite hacer pruebas más completas y efectivas en carrera. Controlar el agarre, la velocidad, la potencia o la temperatura de los neumáticos.
Y sobre cuatro ruedas, el coche autónomo, autónomo porque conduce por nosotros. Desde su gran pantalla podremos comprar en Amazon, ver el tiempo, o controlar la domótica de casa. Además, pliega el volante y reclina sus asientos para desconectar de tanta tecnología.