Una de cada tres especies de insectos está en peligro de extinción. Su desaparición se está produciendo ocho veces más rápido que los mamíferos, aves o reptiles. Y se trata de un problema que nos afecta de pleno: el 76% de la producción agrícola de Europa depende de los insectos. Sin ellos, no tendremos cosechas.
La debacle planetaria es triple. El primer motivo es que no habría polinización: el 70% de los cultivos para consumo humano depende de los insectos polinizadores. Sin abejas, no existiría la polinización y, por tanto, tampoco muchos alimentos.
Otro de los aspectos preocupantes es que sin insectos peligra la cadena alimenticia. Por ejemplo, sin mariposas las ranas no tienen qué comer, sin ranas nos tocaría despedirnos de las serpientes y, sin las serpientes, mueren águilas.
La tercera catástrofe en un mundo sin insectos sería que los bosques desaparecerían. Son los encargados de descomponer animales y plantas muertas para que la tierra se enriquezca de nutrientes y cree árboles y plantas. El 85% de las especies vegetales dependen de ellos.
De ahí la importancia de radicar la extinción de los insectos, pero, ¿cómo se puede parar? La agricultura intensiva es en gran parte culpable de estas dramáticas cifras: destruye las praderas donde viven estos insectos, que acaban muriendo. Además, habría que poner fin a las fumigaciones indiscriminadas.
A 700 años luz
El telescopio Hubble capta la espectacular evolución de la estrella binaria simbiótica R Aquarii en un timelapse
Este cuerpo celeste está situado a 700 años luz de la Tierra y está catalogada como una estrella binaria simbiótica. Es realmente llamativa por las violentas explosiones que expulsan filamentos de gas resplandeciente.