Bombas de oxígeno, latas y principalmente plásticos. Hasta 1.600 kilos han sido encontrados por un alpinista y explorador francés en las últimas semanas en el Himalaya, a más de 8.000 metros de altura. Lo más profundo del océano no es una excepción. En el fondo de la fosa de las Marianas se ha podido ver una bolsa de plástico y envoltorios de caramelos. "En cualquier lugar que nos podamos imaginar ya hay restos significativos de plástico", afirma Julio Barea, responsable de la Campaña de Residuos de Greenpeace España.
Hay auténticas islas de plástico en destinos a priori paradisíacos en el Mediterráneo o en el Pacífico. Convivimos, vivimos o ingerimos plásticos o microplásticos a diario, como los que se encuentran en el agua del grifo, en nuestras heces y en el torrente sanguíneo. "Hay plástico en nuestras vísceras, en nuestros pulmones e incluso circulando por nuestra sangre", explica Barea.
La producción anual de este material se ha duplicado en los últimos veinte años, hasta los 460 millones de toneladas y el 40% de toda esa producción es de un solo uso. Apenas un 9% del plástico que usamos se recicla y, como apunta el experto de Greenpeace, "necesitamos cortar el grifo de la contaminación, en este caso la producción masiva y el consumo masivo".
Para poner fin a esta emergencia se está celebrando un encuentro internacional en París donde el objetivo más ambicioso es el de prohibir los plásticos de un solo uso, pero no todos los países están a favor. De nosotros depende que esta plaga continúe invadiéndonos.