Debajo del campo de prácticas de golf, situado en las infraestructuras de Canal de Isabel II, se esconde el mayor tanque de tormentas del mundo, es un enorme depósito subterráneo para almacenar las primeras aguas de lluvia que caen sobre Madrid.
"Son las más contaminantes porque reciben todos los metales que hay en la atmósfera, las heces de los perros o los aceites de los coches" afirma Manuel Rodríguez, subdirector de infraestructuras del Canal de Isabel II.
El agua de lluvia que llega a través de las alcantarillas, por su gran volumen, no puede ser tratada al instante en las depuradoras, por ello esperan en el depósito a que termine de llover para su posterior reciclado.
"Por un gran colector de seis metros de diámetro entran las primeras aguas de lluvia", comenta Rodríguez.
El recinto puede recibir hasta 400.000 metros cúbicos de agua, el mismo volumen que tiene la Torre Picasso de Madrid. "Equivale aproximadamente a cinco campos de fútbol", afirma un empleado del Canal de Isabel II.
El agua de lluvia ayuda a limpiar la boina de contaminación de las ciudades, pero, ésta no desaparece y simplemente pasa al agua.
"Realmente, esa boina de contaminación, si no existieran los tanques acabaría en los ríos receptores, es decir, se limpia lo que hay en la atmósfera, pero, lo que se puede contaminar son los ríos", añade Manuel Rodríguez.
Llegan todo tipo de contaminantes, químicos, plásticos, latas...los análisis del Canal de Isabel II han detectado que el agua de lluvia que se recoge durante la primera hora es más contaminante que las aguas fecales.
En un tanque de tormentas en un año se acumulan ocho hectómetros cúbicos, que es como llenar ocho veces el estadio Santiago Bernabéu.
Los tanques no sólo evitan la contaminación de los ríos, sino también posibles inundaciones en la ciudad.
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