Miguel está creando su primer juguete tecnológico, "puedes poner esto, que es como un tejado", explicaba el alumno de 6º de Primaria.
Y lo va a hacer con una impresora 3D, le da a imprimir y en algo más de media hora, tiene creada la casa que él mismo ha diseñado.
Miguel aún no sabe qué quiere ser de mayor pero ya ha aprendido a manejar una herramienta que tiene aplicaciones en disciplinas tan distintas como la medicina, la arquitectura, la robótica o el arte. "Me llamó mucho la atención que tuvieran las impresoras y todo y me apunte a la extraescolar", confesó Miguel.
Según un estudio, el 20% de los colegios españoles ya han incluido en sus actividades escolares y extraescolares el diseño con impresoras 3D. "No queremos que sean pasivos, usuarios de tablets, sino que sean capaces ya desde pequeñitos de crear cosas y que entiendan que pueden ser ingenieros, científicos o lo que quieran", comentaba la fundadora de Imprimaker, Ana Abril.
En esta clase alumnos desde los 6 años de edad crean desde dragones, que en realidad son un soporte para el móvil, hasta castillos. "En muchas de las cosas que enseñamos en clase, en este caso en geometría, ponemos en práctica programas como estos y la evolución es altísima", anunciaba Mercedes Redondo, coordinadora del colegio SEK Ciudalcampo.
Molinos con placas solares o huchas; "yo sé diseñar Legos, pero en esto se me da mal porque los Legos están complicados" confesaba Álvaro, alumno de 2º de Primaria.
Para estos alumnos las impresoras 3D ya no son el futuro sino el presente.
Publicado en 'Science'
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Para ello, los investigadores de la Universidad de Stanford han aplicado de manera tópica un colorante alimentario común y ello ha permitido observar sus vasos sanguíneos y el funcionamiento de los órganos y los músculos.