Un matrimonio que rescató a Waku y Skaila de una reserva sudafricana. Precisamente para que pudiesen sobrevivir porque su madre no habría podido sacar adelante a cuatro crías.
Desde hace un año les cuidan, juegan a lanzarles la pelota, les sacan de paseo, siempre con correa eso sí, van a todas partes con ellos y les dan muchos mimos. Parecen auténticas mascotas salvo por el momento de la caza.
La idea es que algún día se vayan de casa y vivan por su cuenta. Y para eso tienen que aprender a cazar. A su madre adoptiva les cuesta bastante enseñarles aunque verles comerse una gacela, en realidad, no les preocupa.
Saben que han conseguido que los guepardos, salvajes, en casa lo único que se coman son sus juguetes.