Una nueva imagen para contemplar Marte, "como nunca antes se había visto" y con unos colores sin precedentes, marca los 20 años de la misión Mars Express de la Agencia Espacial Europea (ESA) orbitando el planeta rojo. Una prueba de resistencia, pues los dos años previstos son ya dos décadas. La nueva fotografía publicada hoy es un mosaico de imágenes que revela el color y la composición del planeta "con un detalle espectacular", realizada usando datos de la cámara HRSC.
"Además de su belleza, el mosaico proporciona información fascinante sobre la composición de Marte, revelando una variedad y un detalle de colores sin precedentes en su superficie", destaca la ESA. Marte es famoso por su color rojizo, causado por los altos niveles de hierro oxidado, pero la nueva imagen revela grandes partes del planeta que parecen más bien oscuras y de tonos azulados, debido a las arenas basálticas de origen volcánico, de color negro grisáceo, que forman extensas capas de arena oscura.
El material erosionado por el agua tiende a ser más claro y los dos más comunes son la arcilla y los minerales sulfatados, que aparecen particularmente brillantes en tales compuestos de color. La presencia de estos minerales indica que el agua líquida existió en Marte durante mucho tiempo, erosionando y alterando la roca a lo largo del tiempo para formar importantes depósitos de arcilla. Los minerales de sulfato son visibles, aunque cubiertos por una fina capa de arena oscura, pero “sus impresionantes variaciones de color pueden apreciarse si se observan más de cerca”, explica la ESA.
20 años marcados por imprevistos y descubrimientos
La HRSC normalmente fotografía la superficie de Marte desde unos 300 kilómetros y las imágenes resultantes cubren áreas de unos 50 kilómetros de diámetro, pero en esta ocasión se ha usado un enfoque ligeramente diferente para obtener una visión más amplia. Esa cámara es solo uno de los instrumentos de Mars Express, la misión que fue lanzada hace hoy 20 años hacia Marte, destino que alcanzó el 25 de diciembre de 2003. La sonda debía prestar servicio, orbitando Marte, durante un año marciano (687 días terrestres) para estudiar su geología, clima y atmósfera, proporcionando valiosos datos sobre su historia y su potencial para albergar vida.
Su nombre, Mars Express, no es casual, ya que fue construida y lanzada en un tiempo récord y a un coste muy inferior al de misiones similares anteriores, pero dos décadas más tarde "ha superado todas las expectativas", reconoce la ESA, que prevé que siga en servicio, al menos, hasta finales de 2026. Dos décadas se traducen en 1.100 millones de kilómetros recorridos alrededor de Marte en más de 24.000 órbitas, durante los que ha tomado "impresionantes imágenes de la superficie marciana y de los cambiantes patrones climáticos, revelando diversos paisajes, desde imponentes volcanes hasta profundos valles y antiguos cauces fluviales".
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Los diferentes instrumentos que lleva la sonda han desempeñado un “papel decisivo” en la detección de hielo de agua por encima y oculto bajo la superficie del planeta, y hielo de agua expuesto en los casquetes polares. Hallazgos que tienen implicaciones de gran alcance. El orbitador también se ha enfrentado a problemas en estos años, que han sido resueltos por los expertos, desde contratiempos con el cableado de los paneles solares, a problemas de memoria masiva que provocaron la pérdida de su capacidad de almacenamiento de memoria a largo plazo.