Ferran Pujol supo que tenía VIH hace 30 años. En aquel momento, no había tratamiento para la enfermedad y él sólo se hacía una pregunta: "cuál sería la esperanza de vida de cada uno de nosotros", explica. Por suerte, asegura, puede hacer una vida normal, porque desde ese momento, "ha llovido mucho".
"Lo que no ha variado es el ritmo de infección", lamenta Ferran, que reconoce que en cuanto al tratamiento "son otros tiempos".
Un estudio de las universidades británicas más prestigiosas ha logrado que un paciente de 44 años haya borrado de su sangre la huella del virus, pero no se le puede considerar el primer curado porque aún no ha retirado la medicación retroviral.
Ferran acude cada año al Hospital Germans Trias i Pujol de Barcelona, uno de los más importantes del mundo y en el que se sigue una estrategia de investigación muy parecida a la británica.
La médico investigadora Beatriz Mothe, perteneciente a la unidad especializada en VIH del Instituto de Investigación IrsiCaixa, explica que en la actualidad trabajan en "prototipos de vacunas" a las que llaman "terapéuticas".
Con los antirretrovirales, el virus se esconde en las células llamadas CD4, donde permanece dormido e invisible para nuestro cuerpo. Con dichas vacunas terapéuticas, se intenta conseguir que el virus despierte para que otras células, las CD8, puedan detectarlo y destruirlo.
Además, se trabaja para conseguir una vacuna terapéutica para todo el mundo. "Que sean igual de efectivas contra el virus con el que nos podemos infectar en Europa que con el que nos podemos infectar en África", indica Mothe.
Publicado en 'Science'
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Para ello, los investigadores de la Universidad de Stanford han aplicado de manera tópica un colorante alimentario común y ello ha permitido observar sus vasos sanguíneos y el funcionamiento de los órganos y los músculos.