"La palabra patriotismo nos ha sido robada por nacionalistas y extremistas que exigen uniformidad. Los verdaderos patriotas buscan unidad por encima de la homogeneidad y esto es para mí el verdadero proyecto europeo. ¿Podemos poner nuestros corazones en esta lucha?", plantea el cantante irlandés, que actuará con su banda en el WiZink Center de Madrid los días 20 y 21 de septiembre.
En esta línea, plantea que "una banda de rock está en su mejor momento cuando es un poco transgresiva, cuando impacta, cuando sorprende". Por eso, anticipa que en el viejo continente U2 va a materializar una de sus "ideas más provocativas: Ondear en los conciertos una grande, brillante y azul bandera de la Unión Europea -en lugar de la de Estados Unidos, como ocurriera en el ya terminado tramo norteamericano-".
Bono admite en este punto que "incluso para el público del rock, ondear una bandera de la UE en la actualidad es una molestia, un aburrimiento, una referencia kitsch al Festival de Eurovisión". "Pero para algunos de nosotros se ha convertido en un acto radical. Europa, que durante mucho tiempo desencadenó un bostezo, hoy en día provoca un griterío en la mesa de la cocina", destaca.
Y aún prosigue: "Europa es el teatro de fuerzas poderosas, emocionales y enfrentadas que moldearán nuestro futuro. Digo nuestro futuro, porque no hay manera de negar que todos estamos en este barco juntos, en mares agitados por el clima extremo y la política extremista. Europa es difícil de vender en Europa en estos días. Esto es cierto a pesar de que nunca ha habido un lugar mejor para nacer que en Europa durante los últimos 50 años".
A juicio del músico, "pertenecer a Europa nos permitió convertirnos en una versión mejor y más segura de nosotros mismos". "Como europeo, me siento orgulloso de recordar cuándo los alemanes acogieron a los refugiados sirios asustados (me sentiría más orgulloso de que hubiera más países); orgulloso de la lucha de Europa para acabar con la pobreza extrema y el cambio climático", destaca.
"Y, sí, extraordinariamente orgulloso del acuerdo del Viernes Santo -que puso fin al conflicto de Irlanda del Norte- y de cómo otros países se han unido detrás de Irlanda en el tema fronterizo, revivido por el Brexit. Me siento privilegiado de haber sido testigo del tramo más largo de paz y prosperidad que haya existido en el continente europeo", reflexiona.
Advierte en este punto de que "todos estos logros están bajo amenaza porque el respeto por la diversidad está siendo cuestionado". Y destaca: "Como mi compatriota John Hume ha dicho, 'todo conflicto es sobre la diferencia, ya sea la diferencia de raza, religión o nacionalidad'. Los visionarios europeos decidieron que la diferencia no es una amenaza. La diferencia es la esencia de la humanidad y debe ser respetada, celebrada e incluso cultivada".
Tras recordar esto, lamenta la "espectacular pérdida de fe en esta idea". "Impulsados por la desigualdad de la globalización y la incapacidad de gestionar la crisis migratoria, los nacionalistas dicen que la desigualdad es un peligro. Busquen refugio, nos dicen", alerta, para luego sentenciar: "Su visión del futuro me parece mucho al pasado: política de identidad, agravio, violencia. El nacionalismo es un discriminador de igualdad de oportunidades".
"¿Podemos poner nuestros corazones en esta lucha? Puede que no haya romance con un proyecto o sensualidad en una burocracia pero, como dijo el gran Simone Veil, 'Europa es el gran diseño del siglo XXI'.
Sus valores y aspiraciones hacen que Europa sea mucho más que una simple geografía. Van al núcleo de quiénes somos como seres humanos y quiénes queremos ser. Esa idea de Europa merece canciones escritas al respecto y grandes banderas azules brillantes para ser ondeadas", concluye.
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