La burbuja de los festivales ya ha comenzado a desinflarse, tal y como señala Carlos Gilibets, promotor de los festivales 'Petit Paradís' y 'Som de Mar': "En los últimos meses ya ha habido varios fracasos en festivales de nueva creación".
La mayoría de ellos son organizados por administraciones o empresas que han visto en los festivales una nueva oportunidad de negocio. En este sentido, Martín Pérez, promotor del Festival de Pedralbes, afirma que "hay una idea de que los festivales es una cosa de gran volumen, de mucho dinero". Sin embargo, él aclara que "sacar adelante un festival no es fácil". "Estamos a un año vista de las elecciones y hay muchos pueblos que piensan que es una forma de conseguir votos", apunta, por su parte, Gilibets.
Pese a que había demanda, la oferta se ha desmadrado, y se trata de una "oferta mal repartida", según critica el promotor de los festivales 'Petit Paradís' y 'Som de Mar', quien indica que "un festival requiere de algo mucho más que un concierto", y que "hay que vigilar muy bien la capacidad de atracción del público".
En la misma línea, Martín Pérez subraya que "sacar números positivos no es una cosa de vender entradas y ya está, sino que hay mucho trabajo detrás, mucho coste y mucho riesgo que analizar".
La música en directo facturó más de 380 millones de euros en 2019, pero la pandemia arrasó con un sector que tuvo que reinventarse. Muchas de las empresas que daban soporte logístico a estos festivales, cerraron, y ante la escasez de material y personal, los precios se han disparado.
"En Andalucía, hay mucha competencia y encontrar proveedores y mano de obra nos está costando y hay precios que se están inflando", expresa el promotor del Festival de Pedralbes, mientras que Gilibets lamenta que "está costando muchísimo encontrar gente que venga a trabajar por 10 o 20 días".
De esta forma, los promotores coinciden en que levantar un festival este verano está siendo más complejo que nunca. "Por ejemplo, está costando la reserva de los lavabos, que no hay, incluso de los escenarios. Sé de algunos festivales que se han quedado a última hora sin escenario y han tenido que hacer auténticas virguerías para conseguir las estructuras mínimas para que salga adelante el festival", señala Carlos Gilibets. Si cuelgan o no el 'soldout' ya depende del público.