Hace ahora 200 años abrió un pequeño local en la esquina de la calle Obispo con Monserrat, a las puertas de la Habana Vieja, primero con otro nombre, hoy conocido mundialmente como el Floridita. Cien años después, hasta su barra llegó la receta de un cóctel con ron y limón, que el dueño del bar convirtió en el daiquiri que conocemos ahora.
Si ya lo han batido, sírvanselo en copa de martini con dos pajitas y saboreen el auténtico sabor cubano. El mismo del que disfrutaban en el Floridita cuando Cuba todavía era española. El mismo año, 1817, que España acordó suprimir el comercio de esclavos, que todavía estaba permitido.
¡Todo es pasado!.. ¡Menos el Floridita! que sigue sirviendo su cóctel estrella. Una leyenda que ha conquistado muchos paladares, como el del escritor Hemingway. Se aficionó a sus daiquiris, el bar se convirtió en su paraíso y saltó a la fama.
Muchos han seguido sus pasos y han pedido uno o alguna de sus variantes. Si uno les ha sabido a poco, con la receta que les hemos dado ya no tienen excusa para preparar otro. Algo tiene que tener de especial cuando Hemingway decía: " Mi mojito en la Bodeguita y mi Daiquiri en el Floridita".