Una misión arqueológica egipcia ha anunciado el descubrimiento junto a las Pirámides de Guiza (suroeste de El Cairo) de una tumba del Alto Imperio faraónico (unos 4.000 años de antigüedad) que tiene el interés de pertenecer a una mujer llamada Hetpet, que no formaba parte de la familia real.
Aunque este no es el primer hallazgo de este tipo que se lleva a cabo en Egipto, el equipo arqueológico ha subrayado la importancia del mismo, dado que en el tiempo de los faraones las mujeres eran enterradas en la misma tumba que su esposo, salvo las pertenecientes a la familia real, que gozaban del privilegio de recibir sepultura de manera individualizada.
La tumba, que podría estar datada en la época de la V Dinastía del Imperio Antiguo o Alto Imperio (2650-2100 a.C), está decorada con pinturas que muestran aspectos de la vida del Egipto faraónico de hace unos 4.000 años y se encuentra en el llamado Cementerio Occidental, que contiene cientos de sepulcros de los altos funcionarios del antiguo Egipto, en la zona de las Pirámides.
"La idea de que hay un sepulcro de una mujer que no está enterrada en la tumba de su marido no es frecuente en el Egipto faraónico. Solo las princesas de la familia gobernante tenían sus propias tumbas", ha explicado Hasan Ramadan, el supervisor de la excavaciones del equipo egipcio.
Hasta el momento los investigadores no han logrado determinar quién fue realmente Heptet y entre las hipótesis planteadas se indica que pudo haber sido una sacerdotisa importante o, tal vez, alguna mujer vinculada al trabajo agrario, pero más que una mera campesina (dada la relevancia de la tumba y del lugar donde fue hallada) y que de algún modo servía a la corte.
En la tumba, construida de ladrillo y mortero, que estaba enterrada en la arena hasta el pasado mes de octubre, cuando empezó la misión egipcia sus excavaciones, se han descubierto pinturas de vivos colores con escenas de caza y baile, así como dibujos en los que aparece la mujer sentada frente a una mesa para recibir ofrendas de quienes podrían ser sus hijos.
Entre las pinturas encontradas en el sepulcro figuran dos monos (considerados animales domésticos en aquella época) en dos posiciones diferentes. La primera escena muestra a un mono cogiendo frutas mientras que en la segunda se ve a otro bailando mientras unos músicos hacen sonar sus instrumentos.
Hay pinturas similares que fueron encontradas en otras tumbas, como en las paredes de la cámara funeraria de "Jnoum Hetep II", de la XII dinastía en Beni Hasan, en la provincia de Minia (sur) y la del "Imperio Ka" en Saqara, al sur de El Cairo, aunque dichos dibujos mostraban, por ejemplo, a un mono bailando frente a un arpista, no delante de un grupo de músicos, como la de Hetpet.
"Esa es una de las cosas que caracterizan a esa tumba descubierta", ha explicado el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades y el jefe de la misión egipcia, Mustafa Waziri, a los medios delante de la tumba.
En 2008 los arqueólogos egipcios empezaron a trabajar en la zona del Cementerio Occidental, en el que se han ido encontrando desde 1842 numerosas tumbas de importantes funcionarios del Imperio Antiguo. La revolución de enero-febrero de 2011 que supuso la caída del entonces presidente egipcio, Hosni Mubarak, y el turbulento periodo subsiguiente detuvieron las excavaciones hasta el pasado octubre, cuando una misión encabezada por Waziri reanudó las tareas en esa área.
"Lo que se ha encontrado es menos del 40% de lo que está todavía oculto bajo la tierra de Egipto. 2018 será el año de los descubrimientos y aperturas", auguró Waziri.
Egipto trabaja para descubrir nuevas tumbas y abrir a otras cerradas para atraer a los turistas después del declive del turismo tras las revueltas de 2011 y el golpe de Estado del 3 de julio de 2013 que derrocó al entonces presidente, el islamista Mohamed Morsi.
Tradicionalmente, el turismo ha sido uno de los pilares de la economía de Egipto, pues representaba en torno al 11,3 % del PIB.