Se celebra el Día Mundial de la Patata Frita y nadie puede resistirse a una buena ración. Sin embargo, existen distintos tipos y diferentes maneras de cocinarlas, por ese motivo es difícil saber cuál es y cómo se consigue la patata frita perfecta, que seguro, tiene que ser crujiente por fuera y blanditas por dentro.

La clásica, de forma alargada, suele ser siempre un éxito. Su forma cilíndrica se consigue con un descorazonador de manzana. Con esta forma, Nico Ríos, jefe de cocina de Terraza New Cucos afirma que "lo que logramos es que la patata quede ultracremosa por dentro". Asimismo, Ríos explica que el detalle de la patata bastón es "un buen pochado a una temperatura de 120 grados. Pochamos, sacamos, escurrimos y en el momento de freír a 180 grados".

El estilo de las bravas es más peculiar, tienen un corte diferente, se juega con las texturas y el toque especial se lo dan las salsas, que en el caso de Ríos se consigue con "nuestra salsa brava y un toque de nuestra mayonesa de ajo y perejil".

Otras sospechosas habituales son las patatas al ajo cabañil. Se cocinan en aceite de oliva virgen extra a 140 grados, se calientan los chips y se añade la mezcla. Para José María Martínez 'Chele', propietario y chef de Cabo Palos Restaurante Chillout, se compone de "vinagre, ajito machacado, un poquito de laurel, un poquito de sal, se le echa por encima y se impregna la patata de ese aroma".

Algo más novedosas son las patatas en dos texturas con salsa de chile 'Reaper' o con alioli. Una vez fritas, se pasan a la sartén y cuando terminan de caramelizarse las patatas por un lado, se le dan la vuelta como si fuera una tortilla. Una vez en el plato, Martínez desvela su truco: "Me gusta echarle la sal después para que no pierda la humedad fácilmente por dentro".

Marc Subias, chef de Bodega Pasaje 1986 señala que la receta final concreta incluye "el crujiente de la patata, con la untuosidad de la yema del huevo, más el crujiente de la clara y el potente sabor a jamón".