La guinda fue Muse, sí; pero no lo único. Seamos justos. Sonó buena música los tres días. Hubo que buscarla entre los grupos con mejor cartel, alguna aparición mítica y las sorpresas habituales de una cita como la de Bilbao. Pero vamos por nombres.
Mumford and Sons copaba las expectativas de la primera jornada. Sobre sus espaldas, la responsabilidad de cumplir como gran cabeza de cartel del jueves. Estuvieron bien; por momentos sobrios y quizá algo desubicados en una tierra tan "especial" como Bilbao (Marcus Mumford sacó a la palestra la problemática vasco-española para ganarse los tímidos abucheos del respetable), pero brillaron cuando se centraron en esa especie de country que tan bien saben hacer. Eso sí les pega y no la absurda retahíla de patadas que el propio Mumford propinó a la batería de la banda para medio cerrar su paso por el Bilbao Stage. Música sí y si es bajo su estilo más personal, mejor; pero lo de su puesta en escena queda como asignatura pendiente.
Counting Crows y Bleachers precedieron a los esperados Mumford. Los primeros cumplieron; los segundos, sorprendieron. El único problema (y gordo) fue que ambos se pisaron en el tiempo. Su música coincidía en escenarios distintos. Tocaba desdoblarse o decantarse; y como todavía no dominamos el arte de la ubicuidad (o bilocación), había que elegir. Decidimos arriesgar y ganamos: Bleachers dejó encantada a la Carpa Stage y a nosotros aliviados tras habernos permitido el lujo de obviar a los míticos Counting Crows. No obstante, nos consta que también cumplieron al nivel que se espera de ellos.
Algo parecido ocurrió post Mumford and Sons. El dilema era Dover o Capital Cities. 40.000 personas obligadas de nuevo a elegir; con lo que ya estábamos en posición de calificar esta tónica como un fallo de organización del BBK. Resignados a escoger, nos vino el aire nostálgico de 'King George' o 'Cherry Lee' para engancharnos a la fiesta que Dover tenía montada en la Carpa Stage, esa especie de pirámide entarimada que no dejó de vibrar en toda la noche hasta los postreros Buffetlibre. Al tiempo, Capital Cities congregaba al público más joven del festival en un show vibrante.
Disclosure apagaba la música en el principal. Por momentos, incluso, literalmente. Tuvieron entre 10 y 15 minutos de apagón técnico que quedaron en anécdota. Lo justo para que el público del Bilbao Stage se distribuyera al pie del escenario y hasta el final del recinto, marcado por una agradecida ladera para disfrutar de la música del principal sin empujones, ni katxis de kalimotxo (ese nombre tan norteño de los llamados 'minis') sobrevolando nuestras cabezas. Apagones aparte, Disclosure cumplió con creces. Sonaron bien. Se agradece cerrar la primera jornada con tanto nivel.
El viernes era el día de The Jesus & Mary Chain, Alt-J y Ben Harper & The Innocent Criminals. No decepcionaron. Los primeros sucedían a Azelia Banks, capaz de poner a bailar hasta a un caballo. En ella quedó el mérito de enchufar al público para lo que quedaba por delante; esos tres grupos con los que arrancábamos el párrafo y alguna sorpresa antes de apagar los altavoces de los escenarios principales.
Muse dio con la fórmula del éxito: una puesta en escena brutal con temazos como 'Starlight' o sus 'drones' de fondo
Antes, el BBK pasaba por la música de The Jesus & Mary Chain. Quizá sea por el horario, pero los escoceses dieron sensación de poco brillo. Tal vez fue sólo una cuestión de sensaciones porque sonar, sonaron bien; pero el público estuvo frío, como si no estuvieran ante todo un cabeza de cartel. No obstante, el respetable es soberano y esta vez pareció no estar muy en la onda de la banda escocesa. Después, Alt-J y Ben Harper & The Innocent Criminals se echaron el festival a la espalda para levantar al BBK antes del rock/punk de unos literalmente bestiales Shaka Ponk. Sorprendieron en el Heineken Stage ante un público más entregado de lo que se podía prever a priori.
El broche a la décima edición del BBK pesaba sobre Muse. La esperada actuación de los ingleses en Kobetamendi se hizo esperar pero mereció la pena. Al menos así lo demostraban las 120.000 almas a las que congregó su música. Ni la lluvia (las únicas gotas que cayeron en todo el fin de semana) frenó el ímpetu de un público entregado al show de música, imagen, luz y color al que acostumbran los de Teignmouth. Las 00:10 era la hora marcada en rojo en el programa de los 'BBK-Livers'. Diez minutos debían pasar de la medianoche para que Matthew Bellamy se arrancara con el contundente guitarreo de 'Psycho' entre los gritos de un sargento que no tardó en meterse al público en el bolsillo desde las pantallas gigantes del Bilbao Stage.
A partir de ahí, combinación de 'drones' y temas míticos a cargo de unos Muse enganchados al público de Bilbao. No era para menos; Bellamy y los suyos acompañaron su espectáculo de sonido con todo un despliegue de color: confeti, enormes cintas rojiblancas como si se tratara de un partido en San Mamés, globos gigantes que dejaban más confeti al explotar... "No hemos reparado en gastos", podía haber dicho el propio Bellamy parafraseando al fallecido Richard Attenborought en Parque Jurásico. Si a todo eso le sumas títulos como 'Starlight' o 'Time is running out' de fondo, el éxito está asegurado. No hay lluvia que valga. El público ya estaba a sus pies y las inclemencias eran lo de menos.
Antes y después, grandes nombres para escudar a unos Muse de leyenda. Of Monsters and Men en el Bilbao Stage y SBTRKT en el Heineken Stage cumplieron con creces. Gustaron y el público se lo hizo saber. Más de lo mismo en el apartado 'peros': la organización del festival hizo coincidir a SBTRKT con Delorean, que hacían temblar la Carpa Stage al mismo tiempo. Bien para quienes les gusta contar con opciones para elegir; mal para los insaciables que aún quedaron con ganas de más después de Muse.