En 1805 Goya pintó a la Marquesa de Santa Cruz, una de las damas más admiradas de su tiempo. En el cuadro aparece tumbada con un elegante vestido y coronada con flores y frutos.
En su brazo izquierdo sostiene una guitarra con forma de lira y en ella aparece un símbolo celta en el que Franco cree ver una esvástica. Un detalle que animó al dictador a pensar que esa obra sería el regalo perfecto para Hitler, con el que muy pronto se reuniría en Hendaya.
Con ese fin se lo compra al Museo del Prado por un millón de pesetas. Sin embargo, alguien le alerta de que no se trata de una cruz gamada y Franco opta por no regalarlo y esconderlo, según las investigaciones, en el Pazo de Meirás.
Entonces se le pierde la pista hasta 1986, cuando el Gobierno español lo compra en una subasta de Londres y lo devuelve a la pinacoteca. La duda ahora es qué ocurrió con la obra desde 1940 a 1986. Todo un misterio.
Hay quien piensa que Franco lo habría vendido a un banquero y quien cree que es una de las muchas obras que la familia del dictador habría rescatado "in extremis" del sospechoso incendio del Pazo en 1978, tres años después de la muerte de Franco.
El jueves los Franco deberán entregar las llaves del Pazo al Estado tras un largo proceso judicial que ha vuelto a situar en el foco de las investigaciones si este inmueble fue o no un almacén de los caprichos de la familia Franco.
'Estarán' en el IFEMA hasta el 12 de enero
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