El escándalo vio la luz cuando un fotógrafo fue a ver una exposición de Steve McCurry. Allí descubrió que la realidad estaba manipulada con el tampón de clonar de Photoshop.
Indignado, habló de los retoques de su colega por Internet. El anuncio coincidía con un artículo del New York Times en el que explicaba que era imposible capturar tanta perfección. La leyenda de quien retrató a esta muchacha afgana, icono durante más de tres décadas, se tambalea.
Se ha descubierto que más imágenes están retocadas con técnicas prohibidas en la foto documental. Aquí, por ejemplo, ha suprimido a varias personas, ha borrado carros y farolas hasta encontrar la armonía deseada.
Lo mismo ocurre con estos niños. Para conseguir más impacto, borró la infancia que le estorbaba.
El mítico fotógrafo se defiende. Dice que no todo su trabajo es documental, que él es un mero contador de historias con sentido estético.
Periodistas de todo el mundo se le han echado encima. Coinciden en que sólo en el arte se puede retocar. Hacerlo en periodismo es mentir.