Corría el año 1935 cuando el piloto y escritor francés Antoine de Saint-Exupéry tuvo un accidente aéreo en pleno desierto del Sáhara. "Volé por todo el mundo hasta que me ocurrió algo milagroso", explicaba después en las líneas de su obra, cuando convirtió al beduino que le salvó en uno de los grandes personajes de la literatura universal.
'El Principito' vivía en el asteroide B-612 y de su mano, Saint-Exupéry nos hizo llegar todos los mundos de la galaxia que este pequeño le mostró. Desde los planetas de reyes a los de borrachos y burócratas, 'El Pequeño Príncipe' quiso mandar un gran mensaje a la Humanidad.
Considerado, sin embargo, un libro para niños, ellos no alcanzan a entender el calado de la obra y los adultos parecen no entender que tienen un niño dentro de sí. "cuando somos niños todos somos poetas, pero cuando crecemos va creciendo ese pensamiento racional que nos desfigura", explica Montse Morata, autora de 'Aviones de papel'.
Ahora, una nueva película de animación sobre esta historia nos brinda otra oportunidad para reeducar nuestra mirada e intentar volver a ver una boa constrictor comiéndose un elefante en un dibujo que muchos identifican con un sombrero. Todo es posible si se siguen los consejos de este anfitrión: "Sólo con el corazón se puede ver con claridad, lo esencial es invisible a los ojos".