De las  primeras cosas que hizo el ministro de Exteriores cuando llegó a su despacho del Palacio de Santa Cruz fue colgarse un cuadro con la imagen de Gibraltar, porque años atrás, a José Manuel García Margallo se le erizó la espalda  cuando vio al exjefe de la diplomacia española Miguel Ángel Moratinos visitando Gibraltar en julio de 2009.

Y el propio Moratinos lo reconoció: "No me gustó nada ver a un ministro de Exteriores español discutiendo en este foro". Un punto de aquellos acuerdos de Córdoba que firmaron la España de Zapatero y Reino Unido fue la apertura, hace ahora casi cuatro años, del Instituto Cervantes en Gibraltar.

Todas las sedes se ubican en países que no hablan el castellano, y aunque el inglés sea la lengua oficial, en la calle la mayoría de los llanitos hablan en castellano. Y García Margallo lo ha dicho sin pelos en la lengua, para él no tiene sentido porque "en Gibraltar, salvo los simios que están colgados ahí arriba, todos hablan español".

Paco Oda, director del Instituo Cervantes en Gibraltar, justifica la labor de éste asegurando que "el tradicional bilingüismo se está perdiendo con el avance del inglés". Gacía Margallo tiene otro argumento, y es que para él "nadie establece Institutos Cervantes en lo que es territorio nacional y yo lo considero así".

Aunque entre los objetivos del Instituto Cervantes, además de enseñar español, está el apoyo a docentes, hispanistas, difusión de nuestra cultura o la creación de bibliotecas.

Se construyó y empezó con 120 alumnos, niños de padres ingleses, y hombres de negocios que querían escribir bien la lengua de Cervantes con la ayuda de profesores bilingües, pero la efímera aventura cultural ya acaba.

Se arriarán banderas y el Instituto Cervantes se irá con su música a otro lugar lejano, en el que  ni los humanos, ni los monos suelen hablar español: Singapur.