Galardonado como Libro del Año en Reino Unido (BAMB), con un Premio Blackwell al Mejor Debut Literario y del Ibook's al Mejor Libro de No Ficción, 'Esto te va a Doler' cuenta las vivencias de Adam Kay durante seis años como médico en la sanidad británica.
Unas memorias que el autor, ahora guionista de televisión, decidió empezar a redactar cuando el Gobierno conservador inició su campaña de desmantelamiento de la sanidad pública: el resultado es un libro divertido y tierno a partes iguales con un toque de punzante ironía en momentos protagonizados por médicos, pacientes y demás personal sanitario asqueado.
Se trata de una mirada irónica que desmitifica el trabajo del médico: "Bienvenido al estimulante trabajo del médico, 97 horas a la semana y disponibilidad los 365 días del año. Bienvenido a un tsunami de fluidos corporales compensados por unos ingresos económicos inferiores a los de un parquímetro".
Kay dibuja el perfil de cómo debe ser un médico, sus rasgos humanos: "Debe estar preparado psicológicamente para desempeñar su trabajo, desde ser capaz de tomar decisiones para una presión aterradora, de dar malas noticias a parientes angustiados y de lidiar con la muerte".
El autor, que ve la profesión desde el "corazón", es ácido y crítico con las recortes. "Lo importante aquí es el dinero que se ahorra el hospital al despedir a tanto personal, gran parte del cual llevaba mucho tiempo en plantilla y adoraba trabajar aquí", señala en una de sus anotaciones.
Además del tono crítico, Kay también cuenta disparatadas anécdotas con pacientes que "portan objetos inesperados atrapados en orificios" como botellas en la vagina. También ha tenido que explicar que la fertilidad de una pareja no pasa por 'masajear' el semen por el ombligo.
Como asegura El Gran Wyoming "Adam Kay ha hecho más por la salud que la mayoría de los médicos": "Tras leer su libro, nadie va a volver a pisar una consulta".
Eran conocidos como los 'caras rotas'
De héroes a monstruos, la desgracia de los soldados desfigurados en la Gran Guerra: "Las novias rompían el compromiso y los niños salían huyendo"
Los conocidos como 'caras rotas' eran despreciados por la sociedad, como se narra en El reconstructor de caras. Solo algunos, gracias al cirujano Harold Gillies, vivieron una segunda oportunidad.