Los antecedentes de los Sanfermines se remontan al siglo XII, cuando la Pamplona medieval celebraba unas ferias comerciales al inicio del verano, en San Juan. Había además ferias de ganado y, al terminar la estación estival, el 10 de octubre, se celebraba la fiesta religiosa en honor a San Fermín, primer obispo de Pamplona, decapitado en Amiens, y que desde el siglo XIV contaba con corridas de toros.
Es precisamente en el siglo XIV, bajo el reinado de Carlos II, cuando llega a Pamplona la reliquia de San Fermín que se depositó en la iglesia de San Lorenzo, donde se sigue custodiando actualmente, ha comentado a Efe el doctor en Historia Juan José Martinena. Fue en 1590, ha apuntado el historiador, cuando las celebraciones se unificaron fijando la fecha en el 7 de julio, porque hasta ese momento "se hacían en octubre y no siempre hacía el tiempo adecuado para los festejos taurinos y populares". Aunque aquellos primeros sanfermines duraron sólo dos días, ya hubo pregón, torneo de lanzas, teatro, danzas, procesión y corrida de toros.
Para entonces, los Sanfermines contaban con música, gigantes, saltimbanquis y toros, y para el siglo XIX hay constancia de actuaciones de feria, novedosas entonces, como la mujer cañón o los animales exóticos. En el siglo XIX fue cuando los gigantes incorporan a su comparsa a kilikis, zaldicos y cabezudos, y cuando se instauró la costumbre de correr delante de los toros de lidia que los pastores conducían por las calles dando lugar así a los encierros. Pero no fue hasta que Ernest Hemingway escribió "Fiesta" (1926) cuando los Sanfermines se dieron a conocer internacionalmente y así comenzó la llegada masiva de visitantes extranjeros.
A Hemingway se le debe la presencia en Sanfermines de gentes como el director y actor Orson Welles, las actrices Ava Gadner y Deborah Kerr, el actor Charlton Heston, el dramaturgo Arthur Miller con su mujer, la fotógrafa Inger Morath, o un joven Bill Clinton lejos aún de la presidencia de Estados Unidos. Fue el escritor norteamericano el que abrió los Sanfermines al mundo, ha destacado Martinena: "Yo recuerdo las fiestas de mi infancia, en los años cincuenta, que como mucho venían a Pamplona dos o tres autocares del país vascofrancés, de la zona de Bayona y Biarritz. Eran unos días en que Pamplona se transformaba, pero nada comparado con lo de ahora".
Se trata en total de más de cuatro siglos de fiestas que se han visto interrumpidas en contadas ocasiones: en 1937 y 1938 por la guerra y en 1978 por los graves incidentes ocurridos tras la entrada de la Policía en la plaza de toros al terminar la corrida y en los que murió de un disparo el joven pamplonés Germán Rodríguez. No obstante, Martinena ha lamentado que en los Sanfermines "se ha perdido en gran parte el sentido religioso", aunque "es un poco el signo de los tiempos".
"Los pamploneses vemos que antes, la fiesta tenía más encanto, era más auténtica, sin muchos de los excesos que vemos ahora. Eso de que vengan australianos a tirarse de una fuente es algo que no tiene nada que ver con los Sanfermines", ha afirmado el historiador.