Hace un siglo el alemán Oskar Barnack cambió para siempre la fotografía. Lo hizo fabricando la primera cámara verdaderamente portátil, la Leica, capaz de capturar hasta 36 imágenes seguidas.
"Introdujo la fórmula para la fotografía del siglo XX, lo que hoy llamamos la fotografía de 35 milímetros", explica Michael Koetzler, comisario de la exposición "Con los ojos bien abiertos".
Barnack metió película de cine en una cámara de fotos muy pequeña para la época. Desde entonces, nos olvidamos para siempre de las cámara de gran formato de un sólo disparo.
Dicen que lo hizo por su propio interés. "Se da la casualidad de que era alpinista, muy aficionado al montañismo, y también asmático, con lo cual parece ser que el hecho de que tuviera que cargar cámaras de placas hasta las cimas de las montañas podría haber tenido algo que ver", asegura María Brancos, jefa de exposiciones de la Fundación Telefónica.
La cámara Leica se convirtió enseguida en una extensión de nuestros ojos. Popularizó la fotografía y logró que grandes fotógrafos como Cartier Breson se enamoraran de ella.
José Luis, fotógrafo, es uno de los mayores coleccionistas de Leica del mundo. En su museo particular guarda casi 1.000 modelos, desde el primer prototipo, hasta ediciones de Leica muy especiales.
Esta cámara pionera es que permitió llegar a donde otras no llegaban. Gracias a Leica hemos podido inmortalizar muchos momentos para la historia.